4 de abril de 2023

Estabilidad y paz social

 Redacción       El Caribe

El clima político-institucional del país está repentinamente enrarecido, por lo que con poca cosa se podría ver alterada la invalorable estabilidad y paz social de que disfrutamos los dominicanos.

Los discursos sin ningún sustento probatorio que anticipan catástrofes y perturbación del orden, no ayudan. Tienen un efecto contrario porque propician un ambiente de incertidumbre, con la perjudicial percepción de una inestabilidad que en nada favorece al desempeño y la salud de la economía y menos al excelente momento para las inversiones extranjeras y nuestra industria turística.

Lo apropiado sería que voces de autoridad y prestigio se eleven por encima de malquerencias y menudeos aunque, lamentable es decirlo, no se avizora ninguna presencia, de persona ni de sector, que de manera desinteresada asuma el rol de conciencia crítica de la Nación.

Hoy más que nunca necesitamos esa conciencia crítica que en determinado momento ha encarnado gente de ética e intransigente con sus principios, capaz de contrariar las voces de la muchedumbre y que sin temor ni rencor se aferre a la defensa de la verdad y de lo que es justo.

No pretendemos, por estar en Semana Santa, preconizar una tregua política o de mayor amplitud, porque eso, para tener efectividad, tiene que estar revestido de voluntad y sinceridad, y despojado de hipocresía.

Pero aunque pudiera ser contradictorio, nunca es tarde ni está de más recordar, cuando de por medio está el interés supremo del pueblo dominicano, que un pañuelo blanco sacado a tiempo podría hacer el milagro.

No estamos abogando por una paz simulada; tampoco pedimos que se limite el derecho a disentir y protestar, que tiene que ser respetado siempre que se ejerza en el marco de lo que dictan la Constitución y las leyes.

Lo que resulta necesario, y es lo que prácticamente imploramos, es restar espacio, o más bien desterrar, la descalificación personal y el lenguaje levantisco, con el deseo de que los escarceos a los que asistimos sean una cuestión momentánea.

La esperanza es que se enderece prontamente ese errado rumbo que aparenta ganar cuerpo, y que podría sumirnos en una situación de creciente enfrentamiento cuando ahora, con un entorno internacional tan adverso, necesitamos serenidad.

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