22 de abril de 2023

Vanessa Nakate (Fridays for Future): “Otro mundo es necesario. Los países del sur global y las mujeres son los que más sufren la crisis climática”

 La crisis climática no es el futuro: es nuestro presente. Entrevistamos una de las principales activistas del movimiento Fridays for Future, que hace un llamamiento en el Día de la Tierra.

POR FERDINANDO COTUGNO     Vanity Fair

TRADUCIDO Y ADAPTADO POR DARÍO GAEL BLANCO


En el cuerpo, la voz y las ideas de Vanessa Nakate está el futuro de la humanidad. A principios de 2019, inspirada por lo que Greta Thunberg hacía en Estocolmo, Nakate comenzó una huelga en solitario frente al Parlamento de su país, Uganda.

La suya era una perspectiva diferente a la europea, que hasta entonces siempre había decidido cuáles eran las prioridades del movimiento ecologista. Su perspectiva, en cambio, es la de un continente que no provocó la crisis climática pero que está padeciendo sus efectos más devastadores.

Vanessa se abrió paso, con una fuerza y visión no muy distintas a las de Martin Luther King en 1960. Con ella surgió una nueva geografía de capitales del activismo ecologista: Manila, Delhi, las islas del Pacífico y Kampala, su ciudad.

Aquello no fue precisamente un picnic: el mundo no estaba preparado para alguien como ella. En 2019, borraron a Nakate de las fotografías de una protesta contra el Foro Económico Mundial de Davos (en Suiza).

Junto a ella estaban Greta Thunberg, Luisa Neubauer e Isabelle Axelsson, las líderes europeas del movimiento Fridays for Future ("Viernes por el futuro"): un diligente diseñador gráfico de Associated Press recortó de la foto a la única persona negra y africana allí presente.

El suyo fue un reflejo condicionado involuntario (y por ello aún más grave), además de una prueba fehaciente de lo mucho que urge ampliar nuestra percepción de lo que significa combatir el cambio climático desde una perspectiva no blanca, ni urbana ni eurocéntrica.

Vanessa tiene ahora 26 años y no solo ha vuelto a la palestra, sino que se ha convertido en el rostro de una esperanza que traspasa las líneas heredadas del colonialismo, es una de las activistas más famosas e influyentes del mundo y sigue pidiendo lo mismo que en 2019: un futuro y una salvación para su pueblo, un mundo que deje atrás los combustibles fósiles y la carga de dolor, miedo, muerte que traen consigo.

No podemos sino empezar por aquí: ¿cuál es la perspectiva africana con respecto a la emergencia climática?

Vengo de un país que está cambiando más rápido de lo que puede adaptarse, las inundaciones son una destrucción constante, todo lo importante —la agricultura, los hogares, las escuelas, las vidas humanas— se encuentra en peligro. Necesitamos recursos para capear esta tormenta que los países desarrollados siguen tardando en proporcionarnos, y necesitamos que esos países dejen de contribuir al calentamiento global. Y si miro más allá de Uganda, veo la sequía en el Cuerno de África y el sufrimiento que está provocando a 20 millones de personas. En mi último viaje allí, vi morir a un niño delante de mí en el hospital. La crisis climática ya no es nuestro futuro, sino nuestro presente.

¿Qué es lo último que le ha dado esperanza?

Las huelgas mundiales por el clima llevan dándome esperanza desde 2019, cuando se pusieron en marcha las primeras. Los jóvenes siguen luchando, el hecho de que haya un movimiento global contra el cambio climático es lo que más fuerza me da. Otro mundo no solo es posible, es necesario, y siempre se empieza por ahí.

Han pasado cinco años desde las primeras huelgas y este movimiento ha cambiado las prioridades del mundo, pero aún está lejos de tener un impacto real. ¿Hay algo que Fridays for Future podría haber hecho de otra manera?

Hicimos todo lo que estuvo en nuestra mano para abrir los ojos del mundo entero a la crisis climática. La pregunta que usted me hace yo se la haría a los líderes del mundo, a las personas que ostentan el verdadero poder para cambiar las cosas. ¿Qué han hecho para cuidar de nosotros y de nuestro futuro? No somos nosotros quienes llevamos a cabo o permitimos proyectos devastadores como el oleoducto EACOP, el oleoducto calefactado más largo del mundo, para transportar petróleo de un parque nacional de Uganda a Tanzania.

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