Ocho años después de la investidura de Guillermo, el apoyo a la monarquía en Holanda ha caído del 75% al 58% en un solo año. También la estrella de la corona ha visto afectada su popularidad, pero no hay duda de que será Máxima quien remonte el bache.
POR Silvia Cruz Lapeña – Vanity Fair
Habla para Vanity Fair Marcia Luyten, autora de Moederland, un libro que
acaba de salir al mercado y para el que la periodista ha entrevistado a 132
personas del círculo de amigos y familiares de Máxima. El libro acaba antes de
que conozca a Guillermo de Holanda, pero sólo es la primera parte: habrá una
segunda antes de que acabe el año. Y empezará con el momento en que los
holandeses oyen por primera vez el nombre de la que será su futura reina.
Fue en septiembre de 1999. Máxima tiene 28 años, trabaja en la sede del
Deutsche Bank en Nueva York y su nombre acaba de entrar en los diarios por la
peor puerta posible para la novia de un heredero al trono: la del escándalo. El
motivo es que su padre, Jorge Zorreguieta, trabajó en el Ministerio de
Agricultura argentino durante la dictadura de Jorge Videla. El noviazgo con
Guillermo de Holanda va en serio, pero que acabe en boda depende de que la
apruebe la reina Beatriz y el Parlamento. Y la información sobre el padre de la
novia complica ambos veredictos. Dos décadas más tarde, sin embargo, Máxima no
sólo es reina de los Países Bajos: también es el miembro más popular de la Casa
de Orange.
Lo sigue siendo incluso ahora, año en que la monarquía vive un mal
momento: en 2020, la encuesta ISOS le daba un 87% de aceptación a la reina; en
la edición de 2021, sólo un 63%. Peor parado sale el rey: si hace un año
contaba con el 76% de aceptación, en este sólo llega al 57%. Entre los motivos
que aducen los encuestados: sus vacaciones en Grecia en plena pandemia; la
compra de un barco por valor de dos millones de euros y la asignación de 1,6
millones de euros anuales para su hija mayor, la princesa Amalia, al cumplir 18
años.
Pero al mal tiempo, posado y buena cara, como demostraron en el reciente
cumpleaños de Guillermo. Lo hicieron con sus tres hijas, vestidos de colores
alegres y generando decenas de anécdotas para la prensa. Pero esa puesta en
escena no esconde que la pareja se encuentra ante la primera crisis de imagen
importante desde que se conoció su noviazgo.
Marcia Luyten, biógrafa de Máxima de Holanda: "La clave de su
éxito, y por tanto de su popularidad, está en su compleja personalidad"
Según se lee en la prensa de las primeras semanas del año 2000, cinco
meses después de hacerse pública la relación, sólo el 3% de los holandeses se
opone al enlace de Guillermo con una joven a la que no responsabilizaban del
pasado de su padre. A nivel gubernamental, la situación es distinta: la
implicación de Jorge Zorreguieta en la dictadura argentina durante los años de
la conocida como "guerra sucia" (marcada por el asesinato y las
desapariciones de miembros de la oposición) convierten la relación en un asunto
más político de lo normal.
En el hemiciclo, Máxima encuentra enemigos duros. Uno de ellos Jan
Marijnissen, líder del Partido Socialista que junto a los verdes de GroenLinks
exigieron a la joven que hiciera una declaración expresa de
"demócrata" incluso antes de que el romance fuera oficial. Fuera, la
situación no es distinta. Grupos de intelectuales se posicionan en contra de
que el país se vincule a través de una boda con una historia de violación de derechos
humanos. Autoras como la escritora Mies Bouhuys, que había trabajado con
entidades que ayudaban a llegar hasta Holanda a familiares de represaliados por
el régimen de Videla, es una de las que pide que Guillermo se case si quiere,
pero que renuncie el trono.
Por su parte, la prensa duda, pues Máxima ha sido una buena noticia para
las cabeceras. Así lo reconoce Wilma Nanninga, editora de Prive, semanario de
cotilleo más vendido del reino naranja que además, se distribuye cada día con
el periódico más importante, De Telegraaf. "Ella es nuestra Diana, la
princesa de nuestro pueblo”. Sus ventas, cuenta, han aumentado un 8%. Sin
embargo, y aunque en términos generales la prensa ha sido amable con la familia
real, se muestran críticos al saber que la reina Beatriz haya invitado a cenar
a los padres de su nuera.
Otro de los problemas que se plantea es que Máxima es católica y la
familia de Orange, protestante. Parece un impedimento anacrónico, pero en la
mente de la monarca están sus dos hermanas Irene y Cristina, que renunciaron a
sus derechos dinásticos para casarse con dos católicos: el príncipe Carlos Hugo
de Borbón-Parma y Jorge Pérez y Guillermo respectivamente. Así evitaron pedir
permiso al Parlamento.
Pero hay algo más que pesa sobre la novia: la desconfianza de su suegra.
La duda de la reina Beatriz no están ligadas al papel de su consuegro en la
Historia de Argentina, sino en un hecho de actualidad: el noviazgo de Haakon de
Noruega con Mette Marit. Los vídeos y fotos subidas de tono y las informaciones
sobre un exmarido en prisión por tráfico de drogas de la noruega inquietan a
Beatriz, que encarga otra investigación para saber si hay algo parecido que
temer con Máxima. El resultado, sin embargo, fue de su agrado.
En paralelo, las pesquisas encargadas por el Parlamento para saber hasta
dónde llega la implicación de Zorreguieta con la dictadura argentina, y si
salpica a Máxima, las lleva a cabo el historiador experto en Historia de
Latinoamérica, Michel Baud, que acaba determinando que no se puede vincular a
Zorreguieta con las desapariciones de ciudadanos argentinos. Otros organismos,
como Amnistía Internacional asegura que si bien no tuvo nada que ver en los
asesinatos, como ministro de Agricultura sí fue co-responsable de la muerte de
30.000 argentinos. Pero al veredicto del historiador contratado se añade un
gesto público de la reina Beatriz que acaba de salvar el escollo del pasado:
aunque aún no están comprometidos, invita a la pareja a la fiesta oficial por
su 63º cumpleaños. Es la confirmación de que todo sigue adelante.