Justiniano Estévez Aristy
Cuento corto
Habían logrado poner en escena bélica al soldado perfecto y
superpoderoso San Miguel. Hicieron bien con no ponerle el nombre de Jesús ni de
Dios, sería un sacrilegio mayor. Corría más que un avestruz con las alas
incendiadas.
Su puntería era precisa, mejor que el francotirador Nieves de aquella
confrontación mundial. En medio de diez soldados normales, los vencía a todos
con el uso exclusivo de uno de sus dedos.
Resistía bajo el agua más de lo normal y era capaz de sobrevivir en los
desolados desiertos y lugares pedregosos. A cualquier guerra podría ir sin una
bolsa de alimentos tirada sobre su espalda. Nunca hablaba, actuaba y nada más.
Nunca formaría una familia y mucho menos le interesaba tener una novia o
amar a alguien. La inspiración de su marcial vida era matar y nada más.
Sólo había una imperfección: su cuerpo era un rompecabezas y no se podía
armar por sí solo.
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