RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Puede
uno componer un poema o qué sé yo, hasta diez, y no ser poeta. Pero el común lo
validará como tal, lo mismo que a un declamador. Presumo que cuando Claudio
Bermúdez Peralta, médico veterinario, publicó “Maremoto interior” (2009) algún
amigo haya pretendido halagarlo espetándole la frase citada en el primer
párrafo. Quizá la cosa cambiara cuando, en 2014, lanzó “Palabras sepultadas”,
otro libro de poemas.
Con
lo que no se puede jugar es con la condición de novelista. Esa palabra no anda
en boca de amigos bromistas ni de gente ingenua que se permite afirmar que de
“músico, poeta y loco todos tenemos un poco”.
Nadie osa incluir la de novelista entre las cualidades de las que “todos
tenemos un poco”. Y es verdad, sin embargo, que todos podemos contar historias. En forma oral, por supuesto.
La
experiencia de vida permite relatar hechos que se han vivido o se han oído.
Vivencias y observación de la realidad son insumos de primera importancia para
un novelista. A quien nunca se echó a la
mar resultará difícil contar las anécdotas que cuentan los marinos y
pescadores. El otro detalle es que cualquiera pueda narrar oralmente anécdotas
y hasta darle pinceladas de invención, pero gente común no puede escribir una
novela, conforme a las leyes que rigen este género. Novelar es un arte
complejo.
La
novela está considerada el máximo nivel en la creación literaria. Se requiere
ser escritor para emprender esa hazaña, y si no lo fuera, pasa a serlo cuando
haya compuesto esa complicada estructura literaria. Claudio Bermúdez Peralta
está dando un paso fundamental en su carrera de escritor: ha pasado a ser
novelista.
“Teresita,
la historia de un gran amor”, definida por su autor como novela romántica,
cuenta hechos que no se habían contado. No importa que sean reales o ficticios,
pues el narrador tiene facultad para contar como reales los sucesos imaginados
y a presentar como ficticios los hechos reales. El libro será presentado mañana
(sábado 27), cinco de la tarde, en el Ayuntamiento de Miches.
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