Por Lincoln López
Lincoln López |
En el mundo occidental han transcurrido 525 (?) años
desde que Johannes Gutenberg, en Alemania, editara el primer libro utilizando
una imprenta: “El Misal de Constanza” (1449?) hasta que Michael Hart, en
Illinois Estados Unidos de Norteamérica, en 1971, inventó el primer texto
digitalizado: “Declaración de Independencia de los Estados Unidos”. Pero había
que esperar un tiempo más hasta el advenimiento de la web y del primer
navegador “para vislumbrar los alcances de aquel proyecto y para poder
denominar el desarrollo del eBook como una de las revoluciones que el mundo
digital trajo consigo”.
Esa nueva técnica presentada por Gutunberg reinventa
el libro, y va dejando atrás los viejos manuscritos o códices copiados a mano
por los monjes medievales en las hojas de papiro cosidas, y empieza con pocas
ediciones, verbigracia, el segundo libro, la Biblia (Vulgata=para el pueblo) se
hicieron alrededor de “180 copias, y cada Biblia tenía 1282 páginas”. Claro
está con el paso del tiempo la imprenta se moderniza, adicionando nuevas
tecnologías hasta la aparición del libro electrónico, al cual se tiene acceso
vía Internet. Según el portal de las Estadísticas Mundiales ofrecidas por
Internet World Stats el 40 por ciento de la población mundial pertenece como
usuario a este servicio. Es decir, tomando en cuenta la población mundial por
encima de siete mil millones de habitantes, los usuarios de Internet alcanzan a
una cifra cercana a los tres mil millones de habitantes.
Cito algunas de las ventajas del libro digital vertidas
en el estudio titulado: “El libro de texto digital (ACLH): promueve la lectura,
produce menos impacto medioambiental, ocupan poco espacio y preservan lo
escrito, son más rápidos y baratos de producir, facilitan los procesos de
investigación, su capacidad de almacenamiento, se puede leer gratis toda la
literatura clásica, puede atender a la diversidad de contenidos, la posibilidad
de publicarlos en línea, estupenda herramienta para el estudio de idiomas, ha
democratizado el acceso a una cantidad sin precedentes de información…
Y posee algunas desventajas: la lectura digital está
dando origen a toda una generación de pensadores superficiales, en los libros
electrónicos no se lee más que en los de papel, el desempeño de estudiantes es
menor en los que usan plataformas digitales, en la digital se afectan ciertas
zonas del cerebro, especialmente en la concentración, y, en consecuencia, el
cerebro es incapaz para establecer las conexiones neuronales que se necesitan
para una capacidad de análisis profundo…
Surge entonces, la interrogante:
¿Estará llegando la hora 0 para el libro impreso? Creo que no; pero si lo
fuera, sería por el uso incorrecto por parte los actores del sistema educativo
y cultural de un país, de un medio o herramienta actual sumamente importante,
para elevar su calidad formativa. Veamos el caso España, a pesar de su crisis
económica y otras dificultades, pero con altos niveles de acceso a Internet, ha
aplicado políticas pedagógicas particulares y sociales adecuadas. Resultado:
las librerías crecieron en más de un “14% y el nivel de lectura aumentó ya el
63%”, aunque por debajo del nivel de lectura media europea que es de un 70%.
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