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12 de junio de 2025

El deterioro en el Metro de Santo Domingo es progresivo

Periodista de Listín Diario abordar todas las estaciones de las líneas 1 y 2 y cuenta su experiencia en el sistema de transporte masivo

El Metro está saturado en las horas pico debido a la alta demanda de usuarios. ARCHIVO/LD

Nalphy Martínez

SANTO DOMINGO, LD.- El Metro de Santo Domingo representa para muchos ciudadanos, incluyéndome, un medio de transporte rápido y eficaz que permite a sus usuarios movilizarse dentro de la ciudad, evitando la congestión del tráfico y el tiempo muchas veces exagerado para llegar a nuestros destinos.

Acostumbrada durante años a usarlo, desde un tiempo para acá he notado cierto deterioro en algunas áreas del ferrocarril e incluso paradas demasiado largas entre estaciones, entre otros inconvenientes fuera de lo habitual.

El caso más reciente me sucedió el pasado lunes, cuando aún a las 8:00 de la mañana había una fila que recorría dos veces la estación Concepción Bona y, sin muchas oportunidades para avanzar, quedando varada por más de 15 minutos bajo el sol a la espera de que cediera.

Una vez dentro y con miras hacia el “transfer”, pude apreciar cierto retraso entre el movimiento hacia las estaciones, además de pausas bastante prolongadas, con algunos usuarios desesperados y murmurando improperios para sí, supongo por el retraso que el inconveniente les provocaba.

Curiosa por saber si solo había pasado en mi recorrido, constaté con otros usuarios y en medios de comunicación que la situación había sucedido en las Líneas 1 y 2 en horas de la mañana, debido a una avería eléctrica que tuvo lugar en la estación Centro de los Héroes y provocó una congestión en las demás.

Consciente de que este fenómeno se ha repetido en varias ocasiones, me propuse hacer un recorrido el día después por todas las estaciones de cada línea para comprobar si todo era percepción mía o si el Metro de Santo Domingo, el sistema ferroviario más extenso del Caribe y uno de los más utilizados en la capital, realmente presenta un deterioro en sus instalaciones.

Durante este recorrido conversé con varios usuarios habituales del sistema masivo de transporte, quienes me señalaron las distintas grietas que se observan en las paredes y pisos, como también el polvo, telaraña y falta de pintura que poseen.

“Han abandonado el mantenimiento en todos los sentidos”, me comentó un ciudadano que acostumbra a usar este medio de transporte, añadiendo como crítica que las escaleras eléctricas, siempre en horas pico, suelen estar apagadas o fuera de servicio, junto con el retraso continuo de la llegada de los trenes a sus respectivas paradas.

Explicó que posiblemente estos cambios tan abruptos se deban a nuevos operadores, sin experiencia, que conducen el Metro en las diferentes líneas.

Agradeciendo su intervención, seguí en mi recorrido contabilizando el tiempo que tomaba el tren entre los distintos andenes, entre cinco y tres minutos. Noté que muchas estaciones tenían las escaleras eléctricas inhabilitadas y en algunos ascensores observé letreros para indicar que estaban en mantenimiento. Quién sabe desde cuándo tenían esas advertencias.

La situación, aunque se ha vuelto habitual, con un vistazo más profundo se vuelve preocupante, porque precisamente una de estas escaleras eléctricas apagadas tenía una persona discapacitada con un bastón que las utilizaba, causando, sin quererlo, retraso a los otros usuarios que estaban detrás de él y, entre la presencia de más gente, podría ocasionarle un accidente.

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