Editorial La Prensa
Habrá que aplicar el consejo popular, “cortar por lo sano” sin
contemplaciones ni colores para atajar y eliminar el mal. Pero que no ocurra
como en el reciente pasado que cuando la misión de apoyo de la OEA tocó arriba
se alzaron fuerzas políticas que levantaron bandera con el objetivo de atraer
la atención del organismo hemisférico, para expresar “hasta aquí” y buenas
noches.
Que esta vez quede todo muy claro, pues no es lo mismo verla venir que
platicar con ella y del dicho al hecho hay mucho trecho que debe ser eliminado
de manera que sea verdad aquello de “caiga quien caiga”, pues ya es hora de
hacer menos ruido y actuar.
En un claro mensaje, el presidente de la Conferencia Episcopal de
Honduras, Ángel Garachana, señaló claramente la necesidad urgente de la lucha
contra la corrupción e impunidad a fin de proteger, recuperar y fortalecer la
institucionalidad, particularmente el sistema judicial. “¿Y la Ciccih? Sí. Sí.
Es urgente poner los medios, buscar las ayudas, coordinar las instituciones que
sean necesarias para formar conciencia social, erradicar la corrupción y la
impunidad, sanar, reformar y consolidar un sistema judicial imparcial,
transparente y eficaz”.
No se trata de lavar la cara, de maquillar. Hay que actuar con firmeza y
prontitud contra quien sea, iniciando, desde luego, desde arriba no sea que al
secretario o al conserje le caigan las culpas y ministros, vice o directores
resulten “angelitos” y sigan con el mayor descaro ocupando puestos o
manteniendo su rango en la sociedad como si nada hubiese pasado.
¿Exagerado? Tenemos ejemplos en abundancia y todo aquello con la
aplicación agravante de que mientras no haya sentencia en los tribunales
triunfa la inocencia. Pero está claro que sobre la legalidad que se esfuma en
muchas ilegalidades, se halla la ética que alguna vez fue proclamada como tabla
de salvación en la función pública, pero que sigue sumergida y ni siquiera hay
reacción en la sociedad en muchos de los casos evidentes, pero “bendecidos” en
los tribunales, a lo que hay que sumar la amnistía. Por ello dice el prelado
sampedrano urge una justicia imparcial, transparente y eficaz.
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