6 de mayo de 2022

El Peñón del ayer.

  Por Ramón Vélez Ortiz.               

La época de la niñez para todo ser humano es muy importante, no importa en las condiciones en que se viva. Prácticamente todos los años que pasé en La Romana, fue en el área de sector conocido con el nombre de “el Peñón”.  Residí en la Castillo Márquez con Enriquillo, para luego mudarnos a la Teófilo Ferry entre la Dolores Tejeda y teniente Amado García, cerca del recordado bar “El Coco”.            

En aquellos años existieron personajes en el sector romanense que quizás muchos recuerden.                     

Una de estas personas eran Cocola, señora no vidente, que siempre estuvo acompañada de su hijo de nombre Víctor. Doña Cocola hablaba súper fuerte y a la distancia sabíamos que venía en camino.                                    

También por esos lados residía una pareja de esposos identificados como Ana y Liberato. Estos dos personajes realizaban todos tipos de trabajos hogareños, ella iba a las casas a realizar labores de lavado de ropa, pues todavía no existía la llegada masiva de lavadoras eléctricas. Liberato efectuaba limpieza de patios, por lo que era normal verlo caminar las calles del pueblo con su machete, azada y pico. Honradamente se ganaban el sustento diario a base de un fuerte trabajo.

Otro fue Quirico, quien se dedicaba a pintar residencias por un costo razonable, este señor de lento caminar terminó ciego, pues en varias ocasiones le cayó pintura en los ojos y no se atendía a tiempo por lo que lentamente  perdió la visión. Podemos decir con firmeza y seguridad que en el sector residía y sigue residiendo gente muy trabajadora.

Siempre recuerdo a don Ñoño que con su carreta tirada por un caballo realizaba todo tipo de trabajo que iban desde mudanzas, compras para los colmados de entonces, acarreaban las adquisiciones de madera para construcción que se compraba dónde Hilari, también en la ferretería de don Ulises Flaquer.           

Otro de los carreteros de aquella época fue don Justo, igualmente estaban Toto Nolasco y Primavera, que siempre estaban listos para brindar sus servicios. Tenemos que reconocer que también existieron en el Peñón buenos mecánicos donde se destacaron don Luis Mazusa, don Ñoño Hernández padre de Diógenes Hernández quien por años tuvo la Ferretería Hernández en la avenida Santa Rosa con la calle Profesora Dolores Tejada.                                       

Igualmente el maestro mecánico Rafael Sabala, mi vecino de la Ferry por muchos años.

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