Por Ramón Vélez Ortiz.
En aquellos años existieron personajes en el
sector romanense que quizás muchos recuerden.
Una de estas personas eran Cocola, señora no
vidente, que siempre estuvo acompañada de su hijo de nombre Víctor. Doña Cocola
hablaba súper fuerte y a la distancia sabíamos que venía en camino.
También por esos lados residía una pareja de
esposos identificados como Ana y Liberato. Estos dos personajes realizaban
todos tipos de trabajos hogareños, ella iba a las casas a realizar labores de
lavado de ropa, pues todavía no existía la llegada masiva de lavadoras
eléctricas. Liberato efectuaba limpieza de patios, por lo que era normal verlo
caminar las calles del pueblo con su machete, azada y pico. Honradamente se
ganaban el sustento diario a base de un fuerte trabajo.
Otro fue Quirico, quien se dedicaba a pintar
residencias por un costo razonable, este señor de lento caminar terminó ciego,
pues en varias ocasiones le cayó pintura en los ojos y no se atendía a tiempo
por lo que lentamente perdió la visión.
Podemos decir con firmeza y seguridad que en el sector residía y sigue
residiendo gente muy trabajadora.
Siempre recuerdo a don Ñoño que con su
carreta tirada por un caballo realizaba todo tipo de trabajo que iban desde mudanzas,
compras para los colmados de entonces, acarreaban las adquisiciones de madera
para construcción que se compraba dónde Hilari, también en la ferretería de don
Ulises Flaquer.
Otro de los carreteros de aquella época fue
don Justo, igualmente estaban Toto Nolasco y Primavera, que siempre estaban
listos para brindar sus servicios. Tenemos que reconocer que también existieron
en el Peñón buenos mecánicos donde se destacaron don Luis Mazusa, don Ñoño
Hernández padre de Diógenes Hernández quien por años tuvo la Ferretería
Hernández en la avenida Santa Rosa con la calle Profesora Dolores Tejada.
Igualmente el maestro mecánico Rafael Sabala,
mi vecino de la Ferry por muchos años.
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