5 de enero de 2014

La revista: escarnio y atropello

Rafael Peralta Romero

Un tecnócrata que quiso hacerse el gracioso  habría  sugerido   una  forma de obtener más de cien millones de pesos  en unos días. Le pareció al Presidente que esto era bueno y de ahí surgió que el gobierno les amargara a los ciudadanos el último fin de semana de 2013, con la irritante exigencia de someterse a esa burla llamada “revista vehicular”. 

Cuando todavía gran número de propietarios de  vehículos formaban filas para pagar el impuesto  por el derecho de circulación, es decir el marbete equivalente a la placa,  unos voceritos gubernamentales  lanzaban la advertencia de que  a partir del martes 31  ningún automóvil podría transitar  sin la llamada revista.

Entonces vino el caos y el estrés. Miles de propietarios se aglomeraron gregariamente  en la periferia del Ministerio de Obras Públicas para  acogerse  al escarnio de un chequeo a su auto. En  las filas   estaban  vehículos nuevos, otros ostensiblemente en magnífico estado, y sus  conductores expuestos a las garras  de empleados deseosos de ser sobornados.

Sin embargo, están libres de este chequeo las cientos de chatarras  del servicio público que van dejando  en sus rutas sendos  rastros de humo  y de ruido. Es así que los abnegados obreros del volante se ganan el sustento familiar, aunque no piensen que la población que monta esos “carros”   merezca un servicio más digno.

 La revista es presuntamente una inspección para certificar que  el vehículo reúne las condiciones necesarias para transitar.  El propietario debe pagar  cuarenta y cinco pesos por ese “favor”.  Pienso que el único privilegio que se justifica para la clase alta es librar sus autos de este burdo simulacro de inspección, pues   éstos  suelen estar bien.

Ante la tirante   situación  creada por la susodicha fiscalización, el  ministro de Obras Públicas dispuso extender el plazo de expedición.  Ahí  es cuando retoma la palabra otro  minúsculo funcionario para advertir  que: “Quien no haya renovado la revista el 7 de enero, no podrá transitar en su vehículo por nuestras calles”. Pero ¿usted ha visto?

Cada unidad automotriz que entra a República Dominicana ha de pagar  impuestos aduanales  equivalentes  casi al total de su precio en el exterior,  deberá pagar una suma considerable por  el truco llamado “primera placa”,  debe pagar cada año el derecho a circulación, en proporción al costo y tiempo de uso del vehículo.


Entonces, ¿quién autoriza a ese pequeño funcionario a lanzar semejante amenaza, azuzando a los agentes  de la Amet (Autoridad Metropolitana del Transporte)  para que embistan a la ciudadanía  con instrucciones de retener el vehículo? La llamada revista es una burla. Creo que al  pueblo dominicano  no le caben más escarnio ni atropellos. 

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