Por: Carlos Mejía Blanco.
Esa
representación barrial, puede levantarse sobre dos o más clubes, como si fuera
una nación, aunque pueden dividirse en la competencia interna, por haber más de
un anhelo, para depurar los elegidos en selecciones. En ningún caso después de
ser prostituidos este sentimiento de pertenencias, se puedes dejar navegar en
los pantanos hediondos de las discordias, que es el sentimiento simulado.
Por eso se
han utilizados los símbolos contra los intereses colectivos, bajo la teoría de
“bandera contra Bandera”, sucede cuando ya se ha descuidado los verdaderos
deberes de la permanencia, que está en la familia, en los amigos, los
compañeros y los camaradas. Se habla ese sentimiento, y se olvidan los demás,
no se piensa en el ordenamiento de lo bueno, ni en la estructura autoritaria ,
en la economía del "búscame lo mío”.
Los
oportunistas usan esas claves que es la simulación de virtudes, como los
patriotas de pacotillas, para hacer de la guerra sus comederos, que es
candorosa y una desorbitada creencia en las excelsitudes, así razona el que
cree poder hacer de la gobernanza algo apetecible.
Se aprovechan
de lo que produce su población, de sus gentes buenas, de sus riquezas. Sucede
cuando un pueblo no ha evolucionado y su crecimiento está a la inversa en
decrecimiento, no solamente están regidos por el balance de los que entra y
salen, sino por los injertos del delito y de las promiscuidades, que lleva a la
muerte a la organización, es decir: a la indiferencia de los que pueden dar el
paso más trascendental hacia el avance.
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