Redacción CDN
En febrero de este año una familia en Higüey perdió a su adolescente
Esmeralda Richiez. Murió desangrada producto de una violación de la que se
acusa a su maestro de matemáticas, John Kelly Martínez.
Cuatro meses después, otro estudiante perdió la batalla tras
supuestamente haber sido golpeado por un compañero de curso. Se trata de Yeiron
Almánzar Cabrera, de 12 años, alumno de la Escuela Primaria República de
Panamá, en Santo Domingo Este.
Otros siguen vivos para contarlo, pero cargan las cicatrices de la
violencia. Tal es el caso del joven al que le cercenaron una mano al salir de
su plantel, los que se enfrentaron a machetazos en La Gina, Miches, El Seibo.
Además de la joven que le arrancó parte del cabello a otra en el liceo San Luis
Gonzaga, en La Vega.
Organismos como UNICEF hicieron sus recomendaciones para enfrentar esta
problemática, asegurando que se debe trabajar de manera integral con el sistema
educativo y las familias.
Un informe del Ministerio de Educación, de abril de ese año, registra
más de 20 mil hechos de violencia física, verbal y psicológica entre
estudiantes. Estos dentro y fuera de los centros educativos y 1,724 casos entre
docentes y estudiantes.
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