Vanity Fair
Isabel Preysler ha sufrido este domingo un
duro golpe: ha fallecido su madre Beatriz Arrastia a los 98 años de edad. Según
ha publicado el diario ABC, Betty o Beba, como cariñosamente la llamaban sus
íntimos, ha muerto en Madrid rodeada de su familia.
Beatriz Arrastia ha sido durante casi toda su
vida una persona desconocida para el gran público. Solo la hemos visto una vez
en televisión. Fue hace dos años cuando accedió a la petición de sus nietos,
Tamara Falcó y Julio Iglesias Jr., y asistió como invitada al programa de
Telecinco Volverte a ver presentado por Carlos Sobera. Los hijos de Isabel
alabaron a su abuela y ella hizo lo mismo con sus nietos: "Son
maravillosos. No tengo palabras para expresar el cariño que les tengo. Ese
cariño que es tan importante en la vida. Me sale del alma. Me conocen bien,
saben lo que quiero", les agradeció y aseguró que Tamara era "de lo
mejorcito que tenemos en la familia". De Isabel Preysler dijo que "es
maravillosa, vale su peso en oro".
Una mujer discretísima que sus conocidos
describen como tímida pero también activa a la que en Madrid le gustaba salir a
merendar con sus amigas, los churros y la Coca-Cola, contaron aquella noche en
televisión sus nietos sobre Betty Arrastia.
Dejó su Filipinas natal para instalarse en la
capital española cuando su marido, Carlos Preysler Pérez de Tagle, delegado del
Banco Español de Crédito y perteneciente a una familia industrial con una larga
tradición en la isla, falleció en 1992. Desde entonces ha vivido en casa de
Isabel Preysler en la urbanización Puerta de Hierro de Madrid con toda la
familia.
Procedía de un linaje riojano establecido en
Filipinas con extensas plantaciones de arroz y azúcar. Su abuelo materno,
Valentín Arrastia, se casó con una mujer indígena de la etnia kampangan y
juntos tuvieron dos hijos, José y Teodorica. José, el padre de Beatriz, tuvo
varios hijos fuera del matrimonio. Una de esas hijas se convirtió en Miss
Filipinas y otra, la actriz y bailarina Neile Adams, fue la primera mujer de
Steve McQueen.
Su abuelo paterno, Fernando Reinares, salió
de la localidad riojana de Cihuri, para luchar en la guerra de Filipinas. De
ahí, que conservara un imponente caserón donde la matriarca de los Preysler
solía pasar los veranos y recibir a sus nietos y biznietos y jugar con ellos
"maratones de cartas" y a veces al dominó, al que no le gustaba nada
perder.
En su larga vida, Beatriz ha conocido de
cerca la tragedia. La primera fue la muerte del segundo se sus seis hijos,
Enrique, a los 25 años por la mala combustión de una estufa en un hotel de Hong
Kong. Al parecer, Enrique era el hermano más carismático, el favorito de toda
la familia, y su muerte supuso un duro golpe para todos. Isabel tendría la
ocasión más tarde de ponerle a uno de sus hijos el nombre de Enrique en
recuerdo de su querido hermano.
Después, su hijo Carlos empezó a tener problemas
con las drogas, pero cuando lo descubrieron ya era demasiado tarde. Carlos
Preysler pasó cinco años en una cárcel de Manila por estafa y falleció en 2013
por un fulminante tumor en el hígado. Su madre no pudo despedirse de él. Fue
precisamente esta situación lo que animó al matrimonio Preysler-Arrastia a
enviar a sus hijas Isabel y Beatriz a Madrid, y en la capital empezaron a
frecuentar las fiestas de la alta sociedad. Beatriz se casó con el jugador de
polo Luis Castillejo y tuvo dos hijos. Fue uno de los grandes pilares de Isabel
hasta su muerte en 2015 por cáncer de pulmón.
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