Aurora Zerdán es directora del Ballet Clásico
de Madrid y de la Escuela Mayor de Danza
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Aurora Zerdán, directora de la escuela de ballet clásico de la Plaza Vara del Rey. KIKE PARA |
ALBERTO G. PALOMO - El Pais
Madrid.- Tuvo claro a los 11 años que lo suyo
era el baile. A los 16 ya estaba en primera línea. Y, con 44, Aurora Zerdán dirige
el Ballet Clásico de Madrid y la Escuela Mayor de Danza después de haber
destacado en varias compañías y estilos. Ha tenido que sortear miles de
obstáculos. Desde la dedicación absoluta que implica esta disciplina hasta un
cambio de sede en 1994 por una bomba de ETA, que acabó con la vida de un
compañero y con toda la infraestructura inicial. No es raro, por tanto, que una
de las palabras que más repita sea “pasión”. Otra debería ser “resistencia”.
Nada
fácil, el camino.
Esto solo se consigue con muchas ganas, mucha
ilusión y diciendo a mis amigas que no puedo salir, que no puedo quedar, que no
puedo ir a los cumpleaños… porque tenía que ir a clase, a ensayar, a estudiar.
El sacrificio era continuo.
Es la
imagen que se da de la danza, la de un proceso de humillaciones y desafíos.
Sí, y no me gusta nada. Sigue pasando, por
supuesto. Por eso abogo por otro tipo de educación. Por tener mucha psicología:
hay que tener muy presente que no se puede presionar psicológicamente. Damos
clases a niños pequeñitos, profesionales y gente que quiere empezar más tarde.
Y lo que tiene que guiar cada ejercicio es la pasión. Se requiere esfuerzo y
disciplina, pero hay que disfrutar. Tienen que pensar: “Voy a trabajar, pero
porque quiero y me gusta”. Para eso no necesitas torturar ni levantar la voz. Y
te sirve como enseñanza para la vida.
Puede
tener, además, consecuencias negativas, ¿no?
Claro. No hace falta gritar para que te
escuchen. Hay otras formas de hacerlo y no solo depende del carácter del
profesor. Muchas veces es una cuestión de la herencia que cargan, de sus
frustraciones. Y esto lo remarco porque se suele dar en quien no ha llegado
donde quería y, como maestra, manifiesta esa rabia con sus alumnos. Yo lo que
quiero es que quien venga, siga o no siga bailando, tenga un recuerdo bonito. Y
pido a las familias que hablen conmigo sobre cualquier cosa que vean.
¿Ha
sufrido ese machaque?
Hasta de profesional. Y he aprendido qué no
hacer. Por suerte, he tenido una educación para ser fuerte y he podido superarlo.
Me ha pasado en la escuela, pero también con directores de compañía. Hubo una
persona que casi acaba conmigo, pero aprendí. Suerte que estaba rodeada de
gente que me quería y apoyaba, porque te pueden sumir en una depresión. Esto
pasa en este mundo como en cualquier otro. Por eso luchamos desde aquí para
poner una semilla y que luego digan: “No se puede tratar mal a nadie”.
¿Cómo es
la aceptación aquí?
Estoy muy contenta por el equipo, porque esto
no es cuestión de ser un profesional sino de formar a la gente. La danza no es
una pesadilla, es una formación continua. El barrio está volcado. Hemos
conseguido que la escuela sea su casa. Hay mucho arraigo vecinal y somos una
referencia cultural y educativa.
Todo sin
respaldo público.
¡Qué va! Cuando pasó lo del atentado, hace 25
años, nos dejaron este edificio. Fue lo único que hicieron. El resto es
totalmente privado. Hemos ido de gira a varios sitios de América, a Egipto o a
Europa por cuenta propia. Siempre llenábamos, pero era muy complicado
mantenerse. Lo que nos dio el golpe final fue un viaje por Argentina. Iba a
estar pagado por el ministerio, pero nunca llegó el dinero. Tuvimos que
prescindir de dar espectáculos fuera.
¿Ha
hablado con políticos?
Hemos tocado todas las puertas. Realmente
creo que no les interesa la cultura. Y los niños necesitan la danza. Hay que
hacer por lo menos que la conozcan, como todas las variedades artísticas. No
solo que vean futbol, fútbol y más fútbol. ¡Incluso los extranjeros dicen que
en España bailan hasta los árboles! Pero no se fomenta nada. Somos en único
país que tiene un Teatro Real sin compañía propia.
Por eso,
el futuro profesional suele ser fuera.
Ya, pero, ¿por qué se da por hecho que para
seguir en esto tienes que salir del país? Porque no hay trabajo, porque no hay
una red de compañías donde bailar. Y aquí hay raíces y público de sobra. El
problema es que hay que mover la danza de otra forma. Incluso debería estar
incluido en el currículum de los colegios. Se ha demostrado que es buena para
corregir escoliosis, problemas de postura, de pie o de cadera. Favorece la
concentración, a controlar el espacio o hasta puede ayudar en casos de
dislexia.