13 de junio de 2014

ASÍ ES QUE SE HACE UN CAPPUCCINO

Juan Carlos Bircann

No es con crema fría, de una que viene en spray y que queda flotando cual salvavidas sobre una taza de café negro. Tampoco es el clásico café con leche, pero batido y que produce una espuma de burbujas gruesas. ¡No!

El cappuccino es la bebida que se prepara con una proporción similar de expreso, leche cremada a vapor y la espuma que ésta produce. Es fácil de hacer, pero tiene sus trucos. Como en todo, es cuestión de práctica. Pero estas son las pautas (se requiere la máquina de espresso con válvula de vapor):

Ante todo, el café a usar debe ser de buena calidad y molido bien fino, casi como polvo (eso excluye las mezclas que venden como café “puro” y que deben ser ricas en hierro, de tanto gandul molido que tienen).

Paso 1: colocar el café en el contenedor y hacerle un poco de presión, como prensándolo, a fin de que el agua encuentre resistencia (dará más cuerpo y sabor). Obtenemos el expreso y reservamos. Paso 2: la leche debe ser ENTERA (no descremada) y usarse fría. Se coloca en la jarra y se calienta en el vaporizador, cuyo pico debe quedar en el lateral y casi en la superficie, con la jarra ligeramente inclinada, de esta manera calentamos la leche y obtenemos, a la vez, una emulsión que no es más que la crema característica de la bebida. Al concluir esta fase es recomendable dar unos pequeños golpes en la base de la jarra a fin de compactar más y hacer estallar las eventuales burbujas que queden. Paso 3: sobre el expreso vertimos la leche. Y listo. Con esto y unas tostadas con jamón es suficiente para soportar las batallas judiciales del día de hoy (o cualquier otro oficio).


Este es el cappuccino clásico, original, auténtico. Por eso debemos desconfiar de aquellos lugares que lo sirven con la crema fría montada y que flota como salvavidas, sin especificar que es cappuccino americano o café vienés.

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