Por
Antonio Lluveres, S.J.
Quizás hayan oído hablar y hasta leer sobre José
Gómez Cerda, sindicalista, escritor, católico.
Aquí lo tendremos ahora más personalizado e íntimo,
conversando sobre sí mismo.
-¿Qué
es José, lo primero y fundamental en tu persona?
Mi madre Graciela Cerda Vda. Gómez, me enseñó el
valor de la vida religiosa, mantenerme humilde, llevar una vida cristiana. Mi
tía, Cecilia Cerda, quien vive a sus 106 años, me enseñó la parte literaria del
cristianismo social.
Mi formación espiritual y social se inició en la
Iglesia San José, del barrio Baracoa, en Santiago, donde aprendí de los
sacerdotes franciscanos a vivir en forma austera, prescindir de cosas
materiales, mantener la espiritualidad,
vivir dignamente en la pobreza.
En la Juventud Obrera Católica-JOC aprendí el método
de ver, juzgar y actuar, la revisión de vida obrera, el trabajo en equipo, la
importancia de la formación y acción de
los jóvenes trabajadora en el mundo del trabajo.
Fui Presidente de la JOC en la República Dominicana,
y de la JOC hispana en Nueva York, mientras estuve exiliado, por la represión
del régimen de Trujillo.
¿La JOC
y el sindicalismo católico ha sido una constante de tu vida?
JGC. “A
partir de aquí todo ha sido una continuidad.
Me vinculé al sindicalismo cristiano. En él aprendí
la honestidad, contenido
ideológico, principios, valores y ética
de defender los derechos y libertades de los trabajadores.
Tuve de privilegio de influenciar en cientos de
trabajadores, por medio de la educación sindical, a despertar la conciencia crítica y política
de ellos, llevarlos a conocer y
practicar el catolicismo social.
Me siento orgulloso de haber ayudado a varios grupos
de trabajadores a formarse con mis enseñanzas, a ser multiplicadores de la
doctrina social cristiana, tanto en el campo como en la ciudad.
Sé que
te has relacionado con mucha gente importante, cuéntame.
Tuve el privilegio de reunirme en dos ocasiones con
Monseñor José Cardijn, belga, Fundador y Asesor Internacional de la Juventud
Obrera Católica-JOC, aprendí mucho.
Al sindicalista argentino Carlos Cister, le
agradezco tener una visión mundial sobre los problemas sindicales, políticos y
económico, cuando él era Secretario General de la CMT, desde Bruselas, Bélgica.
En el sindicalismo latinoamericano aprendí de Emilio
Máspero, Secretario General de la CLAT, a tener una visión latinoamericanista.
Con el Papa Juan Pablo II tuve tres conversaciones privadas, que me
fortalecieron para la vida social a favor de los trabajadores.
Fui fundador y dos veces Secretario General de la
Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC).
Me satisface haber sido representante del gobierno
constitucional dominicano en Venezuela, Chile y México, frente a la
intervención norteamericana de 1965.
Estoy agradecido de haber sido el primer dirigente
sindical del tercer mundo de dirigir una Federación Mundial de trabajadores,
desde 1996 hasta el 2004, con sede en Bélgica y Francia.