Martín Polanco El Caribe
República Dominicana cierra el año 2024 y se consolida
como potencial líder en crecimiento económico en la región, con un PIB
proyectado de 5.1 % y una notable estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, las perspectivas para 2025 se presentan con
desafíos vinculados a las dinámicas globales, como la ralentización de las
principales economías y las tensiones geopolíticas que podrían impactar en el
comercio internacional y la disponibilidad de insumos clave. En este contexto,
se espera que el país aproveche su sólido desempeño en sectores como el
turismo, las remesas y las exportaciones de zonas francas para sostener su
ritmo de expansión.
El sector turístico, uno de los principales motores de
divisas, cerrará 2024 con cifras históricas, superando los 10 millones de
visitantes combinando las llegadas por vía aérea y marítima. Este crecimiento
robusto coloca al país en una posición estratégica para capitalizar la
reactivación del turismo global. Las proyecciones para 2025 indican que, con
una estrategia de diversificación de mercados -principalmente- el turismo
podría mantener un crecimiento de dos dígitos, y generar mayor empleo y encadenamientos
productivos.
En el caso de las remesas, que han experimentado
incrementos sostenidos en los últimos tres años, se prevé que continúen siendo
un pilar de apoyo para la economía doméstica. En 2024, las remesas han
alcanzado cerca de US$10,000 millones, con un impacto directo en el consumo y
la inversión en las comunidades receptoras. No obstante, las perspectivas para
2025 estarán condicionadas por la evolución económica de Estados Unidos,
principal origen de estos flujos, y por las políticas migratorias que afectan a
la diáspora dominicana.
La manufactura en zonas francas, que cerrará el año con
un crecimiento superior al 6.5 %, representa otra área de oportunidad para
2025. Las inversiones extranjeras directas (IED) en este sector, que en 2024
superaron los US$4,500 millones, podrían incrementarse, si se toma en cuenta lo
atractiva que es esta nación para empresas que buscan diversificar sus cadenas
de suministro. Sin embargo, será fundamental enfrentar retos como la
sostenibilidad energética y la capacitación laboral para garantizar su competitividad.
En términos de inflación, la estabilidad registrada en 2024, con una tasa
interanual de 3.18 %, coloca al país entre los más estables de la región.
Para 2025, el reto será mantener este comportamiento en
un entorno externo menos favorable, marcado por la volatilidad de precios de
materias primas y posibles ajustes en las tasas de interés internacionales.
Estos elementos, combinados con un entorno político
estable tras la reelección presidencial, generan una base sólida para el diseño
de políticas públicas que prioricen la diversificación productiva, la inclusión
financiera y el fortalecimiento de la infraestructura. La proyección para 2025
no solo es de continuidad en el crecimiento, sino de adaptación a un entorno
internacional en transformación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario