OPINIÓN
Teófilo Quico Tabar
“El día que alguien entienda
que la mayoría de sus familiares se han apartado del canal de conducción
ético-moral en el cual se han desarrollado o se les ha inculcado; cuando sus
vecinos y los miembros de las organizaciones o grupos a los que pertenece o
convive, se hayan desviado de sus comportamientos naturales y abracen la vida
corrupta y desenfrenada; cuando sus compañeros de labores y los allegados de
quienes usted conoce, igualmente estén descarriados, entonces podríamos llegar
a la conclusión de que todo está perdido. Pero felizmente no es el caso
nuestro.
“Ciertamente existe un
proceso de descomposición y se advierte en muchas áreas. Pero el problema
fundamental consiste en que los linderos, la verja o el canal de conducción
ético-moral se han ensanchado. Se ha ampliado abruptamente, sin que los
encargados de establecer y controlar el tamaño de dicho canal lo hayan
advertido. Porque se han entretenido y mezclado con asuntos que no son
fundamentales ni de su incumbencia, o porque se han dejado obnubilar por
sectores con suficiente capacidad para la tentación y las canonjías.
“Al ampliarse los
parámetros conductuales, una parte importante de la cabeza de la sociedad ha
cambiado su estilo de vida. Y cuando las cúpulas lo hacen, el resto de la
sociedad, especialmente los que no han tenido la oportunidad de alcanzar los
privilegios de que hacen gala las minorías, se motivan también a mover sus
verjas y ensanchar sus parámetros. Incluso a eliminar cualquier tipo de
barreras, dándoles riendas sueltas a todo, para ver si la ruleta de su azarosa
vida les trae suerte.
“Para detener ese proceso y
lograr que los linderos o canales de conducción sean más estrechos, primero
tiene que producirse un cambio en los sectores con capacidad de influenciar.
Cambiando de actitudes, modales y estilos de vida, porque la gente
lamentablemente les ha ido perdiendo la confianza.
“No me refiero
exclusivamente a una parte de los sectores de poder, eso incluye a todos los
sectores de la nación: políticos, civiles y militares; religiosos;
administrativos y legislativos; empresarios, comerciantes, profesionales,
sociales. En todos tiene que producirse un cambio capaz de frenar el proceso de
descomposición que se percibe. Frenarlo para luego establecer canales de
conducción verdaderamente éticos y morales, en los que la sociedad pueda sentir
vergüenza y temor por las cosas malas, no solo por la delincuencia”.
Ahora expreso que estamos a
tiempo de revertir parte de esos males. Tenemos personas y dirigentes con
capacidad para llevar a cabo esta tarea. Pero como se perdió tanto tiempo, hay
que redoblar esfuerzos. Y los encargados de hacerlo tienen que evitar distracciones
en otros asuntos no primordiales.
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