Ling Almánzar
Tras Yeni Berenice, muestra Baltasar Garzón su gratitud.
Pero esta vez el juez español cae en tierra movediza: no se trata ahora de
Pinochet ni de Franco.
Su apoyo a la decisión de la fiscal no es pronunciamiento
hueco: es una injerencia, una intrusión.
Garzón interviene en la justicia dominicana como juez
supranacional. Y no sólo eso: también se inmiscuye en la política vernácula
defendiendo a Leonel Fernández. Él conoce bien la naturaleza política de los
procesos judiciales.
¿No fue asediado él por fuerzas pro franquista? ¿No lo
asediaron fuerzas pinochetistas?
Él sabe muy bien quién maneja la justicia nacional y los
poderes de Estado. Él entrevé el poder tras el trono. Es la agudeza de un
compromiso. ¿De un compromiso con quién? ¿Desde cuándo este hombre se cree el
apólogo de Leonel?
A Garzón lo recuerdo hace unos años, presentando un libro
muy afín a él: "El arte de la prudencia". ¿Quién lo invitó sino el
mandatario de entonces? Lástima que esta vez pateara los consejos de Gracián.
Leonel se escuda en el prestigio de Garzón para amparar una
decisión cuestionable. Es decir, recurrió a un "magistrado
supranacional" para escoltar una decisión política. Garzón ha hecho la
apología de un gran amigo.
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