Jaime Aristy Escuder
Si en la República Dominicana se realiza un conteo de las expresiones más utilizadas en los últimos días, se podría pronosticar con exactitud que la de mayor frecuencia ha sido: “La luz, no ha llegado.”
El 8 de abril realicé un comentario sobre el deterioro
financiero del sector eléctrico. Y pronostiqué que los apagones seguirían
acentuándose debido al aumento de la deuda de la CDEEE y de las EDEs con los
generadores de electricidad. Al 5 de abril, fecha de la última cifra disponible,
esa deuda se situó en los 784 millones de dólares. Para hoy 25 de abril vence
una nueva factura que llevaría la deuda a casi 900 millones de dólares.
Esa deuda del gobierno ha provocado una situación de estrés
financiero a los generadores de electricidad. De hecho, éstos han agotado su
capacidad de endeudamiento financiero y comercial. Por eso se ha reducido la
cantidad de plantas de generación disponibles y aumentado las que sólo están
parcialmente disponibles o las que han salido totalmente del sistema.
En los últimos 15 días la cantidad de horas de apagones ha
subido significativamente. Según los datos del Organismo Coordinador, durante el
8 de abril el porcentaje de circuitos fuera de servicio respecto a la demanda
abastecida fue de un 20%; sin embargo, al 23 de abril ese porcentaje subió a un
33%. Esto significa que, en promedio, por cada 3 horas de energía eléctrica se
registra 1 hora de apagones. Y revela que, dado que algunos usuarios reciben 24
horas de energía eléctrica, hay otros que reciben menos de 12 horas.
El impacto económico de los apagones es enorme. El costo de
generación mediante el uso de pequeñas plantas de electricidad es exorbitante.
Esto reduce la competitividad, aumenta los costos de los productos, eleva sus
precios, disminuye el beneficio y contrae el empleo.
No obstante, lo peor es que el pueblo dominicano está
perdiendo la paciencia. Los apagones en las noches se traducen en rabia en las
mañanas. Los barrios comienzan a calentarse. El gobierno debe tomar esa
situación muy en cuenta y sentarse con los generadores, a la brevedad posible,
para llegar a un acuerdo financiero que disminuya los cortes de electricidad.
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