Entre productores en la
Sierra de Bahoruco hay empresarios con filiación política
SANTO DOMINGO.- Entre
2013 y mitad del 2018 la República Dominicana exportó US$170.6 millones en
aguacates, según Aduanas. El país buscar mantenerse en el mercado de este fruto
que mantiene un interés comercial y gastronómico a nivel internacional. Pero
esa atención genera cuestionamientos ambientales por la cantidad de agua
necesaria para cultivarlo y porque una parte de la producción se realiza dentro
de un área protegida.
Aunque especialistas
afirman que la planta no es idónea para reforestar, el Gobierno entiende que
hay formas de que su producción sea sostenible.
“Las variedades de
mayor demanda internacional, como la variedad Hass, requieren de condiciones
geográficas especiales como altitud, temperatura media anual, etcétera. Los
lugares propicios para esta variedad se encuentran en las zonas altas del país,
donde precisamente se originan la mayoría de los ríos”, explica José Martínez,
especialista en agronomía y asesor agrícola.
El Ministerio de
Agricultura estima que el 25 % de la producción nacional es de la variedad
Hass. Entre 2013 y 2018 Aduanas registra que el país exportó un valor de más de
US$20.8 millones de esa variante. De esta se cultiva en las montañas de Los
Arroyos, en la fronteriza provincia Pedernales, donde se calcula que los
sembradíos de aguacates abarcan unas 15,000 tareas de terrenos del Parque
Nacional Sierra de Bahoruco y la mano de obra es predominantemente haitiana.
“El aguacate, por su
tamaño protege de la erosión pero en sentido general consume más agua que los
cultivos menores”.
Productores de
Pedernales han negado que generen un impacto ambiental negativo ya que no están
deforestando. Argumentan que en esas tierras se cultivaban rubros de ciclo
corto y la siembra de aguacates es un tipo de reforestación. Sin embargo, la
demanda de agua de este fruto y el hecho de no ser endémico de la zona es un
punto en contra que destacan ambientalistas.
“Ningún cultivo
agrícola sustituye un bosque”, afirma Martínez.
Con el asesor agrícola
también coincide José Manuel Mateo, coordinador de la Comisión de Ciencias
Naturales y Medio Ambiente de la Academia de Ciencias de la República
Dominicana. “Para un trabajo de reforestación con fines de restaurar el bosque,
de restaurar las funciones del ecosistema, lo ideal es que usen plantas
endémicas y nativas. Si tú lo que vas a generar es un tema de comercio, de
negocio, pues tu sembrarás lo que creas que te genere negocio”, dice.
Una plantación de
aguacates con una densidad de 500 árboles por hectárea, en plena producción a
la edad de cinco años en adelante puede demandar en promedio 800 metros cúbicos
de agua por hectárea por semana; plantaciones de dos a cinco años requieren
entre 350 y 500, estima Martínez.
En México, principal
exportador mundial de aguacate, se han deforestado miles de hectáreas de
bosques de pino y encino. En Chile, que también es de los primeros en la lista,
como los bosques se desmontan para sembrar las plantas, se ha comprobado la
seca de ríos y desabastecimiento de agua en las comunidades donde están las
industrias.
Ecologistas han
alertado sobre la reducción del caudal del río Mulito en Pedernales, que sirve
de fuente de agua y de energía para una hidroeléctrica en esa provincia. Lo
atribuyen a la producción de aguacates y a la sequía. Otros argumentan que es
algo cíclico.
“El aguacate, por su
tamaño protege de la erosión pero en sentido general consume más agua que los
cultivos menores”, precisa Martínez.
El Parque Nacional
Sierra de Bahoruco fue declarado como tal en la década de 1980 y tiene una
extensión aproximada de 1,100 kilómetros cuadrados. Es un sistema vital para la
captación de agua y, de acuerdo a un informe del Grupo Jaragua, aloja una
biodiversidad única que comprende 30 de las 32 aves endémicas de la isla y 27
migrantes invernales.
Durante décadas se ha
mantenido un conflicto sobre los derechos de la explotación de sus tierras por
personas que tenían terrenos cultivables antes de la declaratoria de Parque
Nacional y la delimitación de sus límites. En ese dilema se apoya el ministro
de Agricultura, Osmar Benítez, para sostener que se debe dialogar para
encontrar una solución amigable al medioambiente que no afecte a los humanos y
conserve el suelo. Plantea, por ejemplo, entre planta y planta sembrar especies
naturales de la zona, grama, maíz forrajero y otras.
“El Ministerio de
Agricultura está de acuerdo con que los cultivos de ciclo corto no deben ser
desarrollados, pero (sí) los cultivos permanentes que son árboles, que van a
contribuir con el proceso de deforestación que estaba ocurriendo ahí fruto de
invasión de ciudadanos extranjeros”, dice Benítez. “Estás inversiones que están
haciendo nos ayudan a tener personas ahí que cuidan, que cuidan la
dominicanidad, que cuidan el territorio y están invirtiendo para hacer cultivos
permanentes bajo prácticas de conservación”.
Al cuestionarle al
ministro sobre el alto consumo de agua de los aguacates y la aseveración de que
no es idóneo para reforestar, responde: “Nadie consume más agua que el ser
humano, nadie (...) ¿entonces vamos a eliminar a los seres humanos?”.
“Es un error tratar de
venderle a la población la idea de que la agricultura de montaña no se puede”.
El Grupo Jaragua
sostiene que la mayor parte de la agricultura en la Sierra ha sido a expensas
del bosque latifoliado. Entre los propietarios de las parcelas de aguacates hay
personas con filiaciones políticas.
El 24 de abril de 2018,
el entonces ministro de Medio Ambiente, Francisco Domínguez Brito, firmó una
resolución prohibiendo las actividades agrícolas y ganaderas dentro del Parque,
y el ingreso de plántulas, fertilizantes y otros agroquímicos, insumos en
general y herramientas con fines agropecuarios. Además, otorgó 60 días para
cosechar y retirar los cultivos en desarrollo y para desmantelar las
infraestructuras y equipos relacionados con la agropecuaria.
Sin embargo, grupos
ecologistas denunciaron recientemente que productores han usado vehículos
pesados para abrir una carretera en el área protegida.
“El problema aquí no es
si comenzó a llover mucho y Mulito vuelve a tener agua, si hay una sequía y no
tiene agua, es que allí hay unos procesos hidrológicos que están asociados al
tipo de bosque que hay allí, si terminas dañando o afectando los bosques que
están allí, eso va a tener una repercusión en la producción de agua”, dice
Mateo, de la Academia de Ciencias.
El pasado 4 de
septiembre el ministro de Medio Ambiente, Ángel Estévez, visitó el Parque
Nacional en compañía de representantes del Grupo Jaragua, de la Fundación Desde
el Medio y de la Sociedad Ecológica de Pedernales. El funcionario aseguró: “Hay
una realidad social que debemos enfrentar, por años esta zona ha sido explotada
con fines agrícolas, y dentro de las soluciones a implementar el factor humano
estará contemplado para garantizar que mejoren su calidad de vida sin afectar
los recursos naturales y garantizando el cumplimiento de la ley”.
El ministro de
Agricultura llama al diálogo con los ambientalistas, Medio Ambiente y
Agricultura. “Vamos a ponernos de acuerdo”, insiste Benítez. “Es un error
tratar de venderle a la población la idea de que la agricultura de montaña no
se puede, hay agricultura de montaña con prácticas de manejo de los recursos”.
Sobre la producción de aguacates
Además de Los Arroyos
en Pedernales, el Centro de Exportación e Inversión (CEI-RD) detalla que las
zonas de mayor producción de aguacate son Cambita en San Cristóbal, San José de
Ocoa, Calimete en Elías Piña, Altamira en Puerto Plata y Villa Trina en la
provincia Espaillat.
La entidad
gubernamental reporta que las plantaciones comerciales del país tienen un
promedio de 100 tareas por productor y la producción varía de acuerdo a la edad
de cada árbol y de los cuidados de cultivo y manejo. “Una planta de tres años
puede producir un promedio de 70 a 80 unidades; a los siete años el rendimiento
puede ser superior a las 400 unidades y después de los diez años una mata
cuidada supera las 550 unidades de frutas”, explicó el CEI-RD a Diario Libre en
un documento escrito.
En la República
Dominicana, las variedades tempranas se cosechan de julio a octubre y las
tardías entre noviembre a marzo. Diario Libre