Hoy 5 de Enero se conmemora el 69 aniversario
del fallecimiento del gran Barítono Dominicano Eduardo Brito a los 40 años de
edad.
Eduardo Brito (1906 - 1946)
Su verdadero nombre era Eleuterio Aragonés,
nació en Puerto Plata, en 1906. Oficialmente se conoce su fecha de nacimiento
como el 22 de enero, aunque existen dudas sobre la exactitud del dato.
Brito tuvo una niñez pobre. Trabajó como
limpiabotas, dulcero, aprendiz de boxeador, etc. Pero a medida que su voz se
revelaba extraordinaria, su vida fue tomando otros rumbos. Su mundo limitado de
serenatas y canciones entre amigos, se ensanchó rápidamente desde que en 1926
se puso bajo la protección artística del maestro Julio Alberto Hernández.
En 1927, en un banquete ofrecido al doctor
José Dolores Alfonseca y el licenciado Abigail Montás, se dio a conocer a la
prensa capitaleña. Participó con un programa a base de canciones y trozos de
operetas. La reseña del "Listín Diario" dice: "Ignorábamos que
existiese en Santo Domingo un cantante de sus condiciones. Y lo más
extraordinario del caso es que no posee ninguna cultural musical. En él, todo
es instintivo, espontáneo, innato. Ha sido una verdadera revelación."
Para entonces Brito había cantado en casi
todo El Cibao, San Pedro de Macorís y la capital. Y se pedía una beca, que
nunca se consiguió, para que "el joven barítono" pudiese ir a Italia
a estudiar. En 1928 conoció a la vedette Rosa Elena Bobadilla, que habría de
convertirse en su esposa y compañera inseparable. La boda se celebró el 3 de
noviembre de ese año y a los pocos días ambos se presentaron en Haití con un
cuadro artístico al que denominaron "Los Internacionales". Este
grupo, integrado por seis personas, se disgregó en Curazao, segunda etapa de la
gira artística internacional iniciada en Haití. Eduardo y Rosa Elena Brito
quedaron solos y se unieron a la compañía cubana de Margot Rodríguez, con la
que se presentaron en Puerto Rico. Luego regresaron a Santo Domingo.
En 1929, el "Grupo Dominicano", en
el que figuraban, además de Brito, Bienvenido Troncoso, Chita Jiménez y Enrique
García, viajó a Nueva York para grabar unos discos que a partir de 1930
tuvieron mucho éxito. Cuando los demás integrantes del grupo regresaron a Santo
Domingo, Brito se quedó en Nueva York y siguió grabando para RCA Víctor con la
orquesta de Vigil y Robles.
Actuó en el salón imperial del Wardof Astoria
y trabajó en compañía de su esposa en los circuitos del teatro RKO y Lowe
State. Además, los esposos Brito fueron atracción en "El Chico",
junto a los bailarines Antonio y Catalina Cansino, padres de la que sería la
gran estrella cinematográfica Rita Hayworth.
Dorothy Caruso, viuda del inmortal Enrico
Caruso, en una entrevista privada tuvo la ocasión de oír cantar a Brito y quedó
cautivada con la voz de éste. Brito estudió con el maestro Serafini, quien lo
instó a que renunciara al canto popular y se consagrara al estudio de la
técnica vocal, música, idiomas, etc. Pero Brito no podía entregarse al estudio
debido a las obligaciones familiares que había contraído. Las dotes naturales
de Brito le permitieron usar una extensa tesitura de barítono, que a veces
alcanzaba la altura de tenor.
En 1932, Brito formó parte, como una de las
figuras estelares, de una compañía creada por Eliseo Grenet para debutar en
España. Junto al barítono dominicano, estaban también su esposa Rosa Elena,
Mapy y Fernando Cortés y otras estrellas. En el Teatro Nuevo de Barcelona,
Brito alcanzó ovaciones reservadas sólo a los grandes elegidos, al interpretar
"La Virgen Morena", de Riancho y Grenet. Éste fue sólo el inicio de
una exitosa carrera artística en la Madre Patria. Luego el gran público en
Madrid, Valencia, Zaragoza, Islas Canarias, etc., le premiaría con sus
aplausos.
"La Virgen Morena - dice una crítica del
Teatro Principal Palace - alcanzó un éxito rotundo. Eduardo Brito tuvo una
noche feliz, desempeñando su papel de modo irreprochable, como actor y como
cantante, viéndose obligado a repetir la romanza del primer acto, y otros
números del segundo acto, entre atronadores aplausos."
Igual que con "La Virgen Morena",
Brito alcanzó grandes éxitos en España con "Katiuska", "Luisa
Fernanda", "La del Soto del Parral", "El Cantar del
Arriero", "La del Manojo de Rosas", "El Asombro de
Damasco", y sobre todo con "Los Gavilanes".
Igual que con "La Virgen Morena",
Brito alcanzó grandes éxitos en España con "Katiuska", "Luisa
Fernanda", "La del Soto del Parral", "El Cantar del
Arriero", "La del Manojo de Rosas", "El Asombro de
Damasco", y sobre todo con "Los Gavilanes".
Eduardo Brito se vio perseguido por las
guerras: primero fue la guerra civil española y luego la Segunda Guerra
Mundial. Junto a su esposa y su cuñada Kuki Bobadilla, se embarcó en Amberes
rumbo a la patria. Llegaron al país el 23 de julio de 1937.
El próximo viaje sería a Puerto Rico, la
plaza donde más cariño se le demostró siempre. De allí pasaron a Nueva York,
donde se presentaron en el Roxy, Radio City y otros establecimientos.
De Nueva York pasó a Cuba, donde cantó en la
CMQ y en el Teatro Nacional. Su interpretación de "Marina", junto al
tenor español Hipólito Lázaro, fue muy celebrada en La Habana.
De vuelta en Santo Domingo inició una gira auspiciada
por el empresario dominicano Mario Ginebra. En Venezuela y Colombia realizó una
temporada de zarzuelas con el maestro Carretero ("Los Gavilanes",
"Luisa Fernanda", etc.). En la misma compañía figuraba el joven
barítono Carlos Ramírez, quien quedó notablemente impresionado por la voz del
dominicano. Tras una brillante presentación en Panamá, vino a Santo Domingo
para bautizar su primer hijo. Se dirigió más tarde a Puerto Rico y con su
esposa y sus dos niños volvieron a Nueva York.
En la clínica Mayo fue diagnosticada la
fatídica enfermedad mental que acabaría con la fulgurante carrera de Brito,
quien se reintegró a la patria, pero ya no era el mismo hombre.
Todavía se presentó en varios teatros y en
"La Voz del Yuma", pero ya no podía cumplir con sus contratos: su voz
se extinguía y hablaba sin coordinación. Terminó sus días en el manicomio.
Julio González Herrera, en su libro "Cosas de Locos", describe así
las últimas horas de Brito: "A las dos de la mañana, alguien oyó el
susurro turbio y melancólico de una voz que parecía salir de una caverna."
¡Virgen de la Altagracia! Y a continuación,
una serie de palabras disparatadas dichas en un inconsciente balbuceo.
A las cinco de la mañana, uno de los barrenderos
gritó de voz en cuello: "Se murió Brito, ya salimos de ese
"locazo"."
Era la madrugada del 5 de enero de 1946. Fue
un día lluvioso; en la noche, 32 personas presenciaron su entierro.
Fuente: Tomado de la Enciclopedia Dominicana