Clarín | 7 Minutos
Su paso por la vida, podría decirse,
fue breve, pero sobre todo voraz, intenso, profundo y polémico hasta la
abundancia. No fue indiferente a nada ni probablemente a nadie: quiso hacer
todo rápido, sin dejar nada para mañana. Quizá porque presentía el destino de
muerte temprana, que le llegaría en plena madurez profesional. Aunque un
espíritu inquieto como el suyo, siempre estaba dispuesto a salir en búsqueda de
alguna aventura por descubrir.
Tuvo mayoría de éxitos (ganó 23 Martín
Fierro, sólo por citar unos de los múltiples galardones de su carrera), pero
también más de un fracaso, que admitiría como parte de la vida y de la
profesión que había abrazado. Y que, con los años, cuando ya había dejado atrás
el ciclo de los traspiés, aprendería a asumir sin mortificarse demasiado.
Jorge Lanata fue mucho más que un
periodista. Fue un hombre de los medios que trascendió los medios y llegó a la
condición de figura rectora, un influyente top de la cultura mediática de su
tiempo. Considerado por muchos el número uno de ese universo, sin dejar de
destacarse en otros, supo adaptarse y posicionarse a la vanguardia en todos los
géneros del periodismo, gráfico, televisivo, radial, plataformas multimedia,
ciclos documentalistas y de investigación.
Brilló en todos ellos, pero sería en su
cruzada contra la prepotencia del kirchnerismo donde encontraría sus más altos
niveles de coraje y excelencia.
Jorge Lanata en la entrega de los
premios Martín Fierro 2003.Jorge Lanata en la entrega de los premios Martín
Fierro 2003.
Anécdotas durante el menemismo
Durante el ciclo menemista, su ingenio
ya había alcanzado picos de notorio impacto en la opinión pública, en aquel
tiempo de prevalencia gráfica, casi exclusivamente.
Ante una crítica del presidente Menem,
quien había descalificado como “amarillos” (por sensacionalistas, a su juicio)
a los periodistas de Página 12, el diario fundado por Lanata y seguramente su
fetiche gráfico por excelencia, al día siguiente estaría en los quioscos con
páginas amarillas, como las de la vieja Guía Telefónica Comercial y con el
título Amarillo 12.
Cierta vez, cuando Menem jugó un
partido en la Selección con Maradona, rebautizaría al diario como Pelota 12:
todos los títulos de la portada tendrían códigos futboleros.
Jorge Lanata comenzó a trabajar como
periodista a los 14 años y armó una gran carrera. Foto Guillermo Rodríguez Adam
Jorge Lanata comenzó a trabajar como periodista a los 14 años y armó una gran
carrera. Foto Guillermo Rodríguez Adami
Bajo su dirección, la revista 21, que
todos los años cambiaría de nombre (22, 23) lanzaría el primer número el 16 de
julio de 1998. Cuando el menemismo declinaba, y ya surgía la Alianza opositora,
adjuntó a la edición un sobrecito con “tierra de Anillaco”, donde había nacido
el presidente Menem, a la cual identificaría como “tierra santa”, una atrevida
alegoría bíblica.
En otra oportunidad, para graficar el
agujero fiscal que ocultaba el Presupuesto Nacional que se discutía en el
Congreso, la publicación salió con un agujero en el medio: un hallazgo que
agotó la tirada pese a sus dificultades para la lectura, ya que el agujero en
el centro de cada número era real, no un truco de edición.
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