Redacción El Caribe
Reconfortaron
sus garantías de que el montaje marcha “viento en popa”, expresión manida que
podría asumirse como un simple decir, pero que al conocerse en detalle lo que
se ha hecho y las previsiones para durante la fecha estelar, podríamos reforzar
con otro cliché, y es que la JCE navega “con el viento a su favor”.
El
terreno ha sido abonado para asistir a un certamen sin cabos sueltos, con la
ventaja de que ahora el órgano electoral ha construido -en el seno de la
sociedad dominicana- confianza y legitimidad.
De
la existencia de algunos ruidos, no sería justo inferir falta de transparencia
en la relación de la JCE con los partidos, agrupaciones y movimientos
políticos, porque como meros observadores a distancia ha existido un diálogo
abierto y constante, sin constancia de decisiones que contravengan leyes y la
Constitución, ni adoptadas a contrapelo de las sugerencias y opiniones de los
partidos.
Para
el buen entendedor, Jáquez Liranzo reiteró que el protocolo para la seguridad
de la cadena de custodia y de los recintos electorales está a cargo de la
Policía Militar Electoral y, además, detalló la diafanidad del proceso de
estructuración y reestructuración de las 158 juntas electorales.
No
es que se denieguen reparos a los partidos políticos; a ellos y a sus
representantes les asiste el derecho de velar por que sus intereses estén
plenamente garantizados, así como la instancia que debe organizar y administrar
el proceso no puede renegar de su grave responsabilidad.
Se
transita, a 9 días de la fecha clave, por una ruta crítica que no permite el
mínimo descuido ni desvío; estamos en un punto sin retorno en el que lo único
que procede es que la JCE ultime detalles y se cumpla lo prometido por Jáquez
Liranzo: las garantías de unas elecciones limpias, seguras, pacíficas, dignas,
transparentes y justas.
Y
ojalá que no haya distracciones y se acoja el llamado a la dirigencia política
de que exhorte a sus miembros a proceder con prudencia y civismo.
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