Rankin, el famoso fotógrafo británico para quien posó la reina en 2002, ha contado por qué Isabel II rechazó que la fotografiara con una espada.
POR VANITY FAIR
Isabel II en la apertura del Paramento británico en 2002, el año de su Jubileo de Oro.TIM GRAHAM/GETTY IMAGES
A lo largo de
sus 97 años y sus siete décadas de reinado no es exagerado decir que Isabel II
ha sido una de las personas más fotografiadas del planeta. Había, sin embargo,
una parte de su cuerpo que no le gustaba que le fotografiaran. Lo ha revelado
el conocido fotógrafo británico Rankin para quien la fallecida monarca posó en
una sesión realizada durante su Jubileo de Oro en 2002. Rankin ha contado en el
pódcast Tea with Tiwggy que antes de fotografiarla la había visto riéndose a
carcajadas con un lacayo mientras recorría el largo pasillo de Buckingham que
lleva al Salón del Trono donde tendría lugar la sesión de fotos, y eso fue lo
que quiso captar. Cuando llegó su momento propuso a la reina que posara con una
espada, opción que la difunta monarca rechazó argumentando que no le gustaban
sus manos.
A pesar de la
negativa de Isabel II, tiempo después, el Palacio de Buckingham se puso en
contacto con el fotógrafo para decirle que la suya era una de sus fotos
favoritas de las realizadas por la decena de expertos invitados a inmortalizar
a la reina con motivo de sus 50 años en el trono. La foto que hizo Rankin
mostraba a la reina con los labios pintados de rosa delante de la bandera del
Reino Unido y él cree que le gustó especialmente porque salía sonriendo. El
fotógrafo ha descrito en el pódcast grabado antes de la muerte de Isabel II
cómo fue el momento en el que vio a la reina: “Ella entró y esa ola de
empoderamiento te inunda”. “Nunca había sentido esa aura” hasta ese día.
"Probablemente se supone que no debo decir eso, pero lo que me encantó de
ella es que es tan inteligente y todo en respuesta a lo que decía tenía un giro
increíble". “Fue muy, muy brillante”, dice del tiempo, cinco minutos, que
pasó con ella.
En una
entrevista a The Times, contó que durante la sesión sintió que lo que estaba
consiguiendo era “oro”. La reina miraba a través de su objetivo, él disparaba
la cámara… hasta que, de repente, una pieza de su equipo se cayó. En concreto,
el cable que hace que el flash se sincronice con el obturador de la cámara. En
ese momento la reina se rió y fue justo cuando captó la foto, aunque él trató
de buscar una sonrisa más. “Empecé, casi como Austin Powers, 'Señora, ¿puede
sonreír, por favor, señora?, ¿Señora, puede sonreír, por favor? Sonrisa más
pequeña. 3 fotogramas de 100”. Las manos, por supuesto, no aparecen en la
instantánea como tantas otras veces había ocurrido en los muchos retratos para
los que posó Isabel. II durante su reinado.
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