Willy A. Soriano
El creador se ha asegurado de que haya un suministro
inagotable y copioso para todos. Sin embargo, los pensamientos de carencia y
las falsas creencias que al respecto algunas personas han implantado en sus
mentes y que a diario se repiten, frenan los canales y medios para que fluya la
abundancia que les corresponde tener como
derecho divino. Como
hijos de Dios, todos somos herederos de sus riquezas, el bienestar ya nos
pertenece así que no hay que hacer nada para merecerlo. Todo lo que necesitamos
está disponible para cada uno de nosotros ahora mismo.
Aunque se podrían enumerar y analizar las razones por las
cuales impedimos la circulación y el flujo normal de la prosperidad, está claro
que las más perjudiciales son el miedo a la carencia y los patrones de
pensamiento de que “no hay suficiente”, “se puede acabar”.
Al igual que los ángeles, nosotros los seres humanos
vivimos en un reino de prosperidad. Según estos seres de luz, la abundancia es
nuestro estado natural de ser y su definición va mas allá de las finanzas y de
la riqueza material, significando la capacidad de sentirnos en gozo, plenos y
satisfechos en todas las áreas de nuestra vida, aprovechando todas las
herramientas que Dios nos ofrece para vivir con alegría. Ellos desean que todos
vibremos en amor y por consiguiente en abundancia, y que contemos con los
recursos físicos para que nuestra experiencia en este plano sea literalmente gloriosa.
La sensación de escasez que se puede formar a cualquier
nivel (físico, emocional, mental y hasta espiritual) es muy perjudicial porque
conlleva a que se caiga en estados de desesperanza y conformismo. El espejismo
de la carencia ocasiona que las personas se agarren de lo que haya, frenando
así su flujo de prosperidad. Además la angustia enceguece y crea
desesperación. Nadie ofuscado tiene la capacidad entera para crear y
manifestar todo lo que realmente sueña.
Reitero, desde el enfoque celestial, la carencia no es
real, no existe; por lo que hay que desvirtuar esta invención exclusivamente
humana que perturba nuestra existencia, desvinculándonos de nuestra
esencia divina. El momento en que todos hagamos conciencia de este hecho y
erradiquemos la ilusión de la insuficiencia, nos elevaremos por encima del
miedo a la carencia, terminando con el desamor y la desigualdad de bienes.
Es labor de cada quien comprenderlo, aceptarlo y trascender
para que transformemos la mente colectiva de la humanidad, de una conciencia de
miedo y pobreza a una conciencia de abundancia total. En todas sus
manifestaciones, la prosperidad siempre nos llama y nos busca. De hecho, es más
difícil alejarla. Hay que hacer más esfuerzo para repelerla que para
conservarla.
El universo nos bendice a todos por igual con abundancia,
así que es importante estar conscientes de lo capaces que somos para recibir
estas bendiciones. ¿Estás siendo agradecido con lo que ya tienes? o
¿estás constantemente condicionando tu abundancia al día en que consigas
esto o logres aquello? ¿Eres de los que creen que no merecen cosas maravillosas
o que de eso tan bueno no dan tanto?
El origen de tu riqueza no radica en tus posesiones
materiales, en tus inversiones ni en la cantidad de dinero que poseas en un
banco. Dios es tu proveedor, la fuente inagotable de todos los recursos y tú
eres co-creador de tu riqueza. ¿Cómo lograrlo? Conectándote con la abundancia
ilimitada de tu ser, encontrándote con tu sabiduría interior e irradiando
tu chispa divina de amor, paz, armonía, creatividad e inteligencia.
Si no te sientes abundante, ten presente que cualquier
aspecto de tu vida que no marche
bien demanda tu atención urgentemente porque está claro que lo que piensas se
manifiesta y obviamente tú eres completamente responsable de ello. De manera
que haz conciencia, evalúa y re-elabora tus sentimientos, pensamientos,
creencias e intenciones y conviértete en un maestro en la creación de lo que
deseas.
Tú eres un imán de la prosperidad
divina, tus pensamientos tienen magia. Imagínalos como “dardos magnetizados” que lanzas al
universo y se devuelven atrayendo lo que se les asemeja y relaciona; así que
enfócate en lo que deseas, no en lo que no tienes. Tus juicios, ideas y
palabras arman el molde de tus creaciones y tus emociones los sellan para
materializarlos, llevándolos de tu mundo interior al exterior.
Piensa en abundante, crea la sensación de abundancia, de
ese modo atraerás la energía que apoya la prosperidad que estás buscando.
Decídete ahora mismo a eliminar los prejuicios y creencias que respecto a este
tema tenías hasta hoy cambiándolos deliberadamente por semillas de abundancia.
No es olvidando o tratando de no pensar que acabamos con un viejo patrón
mental. La única manera de desechar un pensamiento negativo es sustituirlo por
uno positivo. Así que siembra en tu mente afirmaciones nuevas que te recuerden
que eres una extensión ilimitada del Dios que creó el Universo, eres uno con El
y tienes acceso a toda la abundancia espiritual y material que el Padre ya
tiene deparado para ti.
Más que los ingresos y el capital, uno de las
características principales que destaca y diferencia a unos de otros es el
talento para crear abundancia desde el pensamiento. Asimilado y dominado el
mecanismo, tu prosperidad ya no dependerá de nadie más, no será condicionada
por la crisis económica del
país ni por ninguna clase de limitaciones externas porque tendrás la habilidad
para manifestar lo que anhelas cómo y cuando lo determines. Aprender a
crear abundancia es un proceso y urge comprender el concepto fascinante de que
somos merecedores de lo mejor, que está bien disfrutar de las maravillas de la
vida. Adicional al merecimiento, un trabajo individual de instauración de
afirmaciones positivas hace la fórmula perfecta.
Los ángeles te pueden ayudar en este proceso de creación,
refinando tus deseos a niveles más elevados y puros si así lo pides. Al fin de
cuentas, tú eres quien decide. Además te abren puertas y muestran oportunidades
para encontrar el sitio adecuado en el tiempo correcto, usar tus talentos y
habilidades naturales y fluir abundantemente, porque haciendo lo que se ama
siempre seremos prósperos.
Atrévete, renuncia a todos tus temores y dile Si a la
prosperidad en tu vida. Honra a la creación y a Dios mismo reconociéndole su
grandeza y benevolencia. Cuando nos decidimos a vivir la vida que queremos,
cada una de nuestras células vibra y el universo entero conspira para darnos lo
que merecemos.