En la medida en que aumentan los disgustos entre la membresía partidaria que rechaza la imposición de candidatos, también se eleva el trasiego de tránsfugas.
Mercedes González/Clave Digital
“No estoy buscando cargos”. Es la primera frase de militantes y dirigentes que pasan de un partido a otro. El siguiente paso es anunciar su candidatura o asumir una función pública.
Víctor Gómez Casanova se fue de
Gilberto Serulle, dirigente peledeísta por 30 años, libró por la postulación a la alcaldía una batalla interna que no logró ganar, pese al apoyo de sus compañeros de partido en Santiago. La alta dirigencia impuso la candidatura del cuestionado alcalde José Enrique Sued Sem, y Serulle corrió al PRD que lo apoya en sus aspiraciones.
Rafael Calderón, que ocupa una curul en
Y en la medida en que aumentan los disgustos entre la membresía partidaria que rechaza la imposición de candidatos ajenos a su organización, también se eleva el trasiego de tránsfugas.
Desde la semana pasada, las juramentaciones se han hecho masivas. Un total de 16 dirigentes perredeístas de Santiago Rodríguez, incluidos familiares del extinto senador de ese partido opositor, Darío Gómez, pasaron a las filas del PLD.
En respuesta, el PRD no sólo juramentó dirigentes del PLD y del PRSC en Neiba, Tamayo y Las Terrenas, sino que además se llevó al alto dirigente peledeísta en Santiago Rodríguez, Bronfil Vladimir Jiménez, a quien inscribió como uno de sus 32 candidatos a senadurías.
Es una lista que parece interminable en estos comicios en los que se elegirán autoridades congresuales y municipales por un período de seis años. Por eso los analistas políticos aseguran que los casos de transfuguismo en este proceso -una práctica que socava la institucionalidad y el principio democrático de los partidos- no tienen precedentes en la historia política dominicana.
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