José Gómez Cerda
En la creación de una novela el escritor debe detallar las horas diarias y los días de
trabajo dedicados a escribir, la investigación general, las notas sobre el
argumento, la primera redacción completa de la novela, las correcciones del
primer borrador, la redacción del borrador final, consultas de la correctora
del original, las revisiones legales y la corrección de pruebas. Además una
sinopsis de la novela.
Las novelas contienen una combinación de personajes equilibrados entre
la máxima originalidad y la familiaridad más extrema, de hecho deben inclinarse
ligeramente más hacia la presentación de personajes que sean un poco familiares
para el lector.
Las novelas no se escriben sobre temas, sino sobre personajes, debe
existir un personaje central, aunque sea una situación que no se ha producido, el instinto del
escritor lo lleva a mostrar lo que nunca se había visto, que es el arte de
novelar.
Es cierto que una novela será mejor y más perdurable si se basa en un
personaje. Una idea puede quedar anticuada y ser barrida rápidamente por el
paso del tiempo y el cambio de las costumbres.
En cambio un libro basado en un personaje memorable, sea Robinson
Crusoe, Madame Bovary o Sherlock Holmes, será intemporal y sobrevivirá todos
los cambios.
Es la elaboración del perfil de los personajes, después el material
biográfico, luego los guiones o planos cronológicos de la historia que se
relatará, las ideas de las acciones y
movimientos. Los personajes e ideas deben fundirse y encajar en un solo tema,
después deben venir las revisiones, que deben ser tantas como las necesarias
para lograr la obra.
El escritor debe ser extremadamente partidario de la investigación,
salir de mi propio pellejo y meterme en el de los demás, hacer ese esfuerzo,
ser curioso por naturaleza.
El escritor debe saber las cosas de los demás, averiguar, gracias a esas explicaciones estimulan y
hacen nacer en el escritor el deseo de
transmitir su exaltación a los lectores.
Debemos preparar unas buenas fichas de los personajes principales (sus
biografías, sus vidas, personajes con los que se relacionan, trabajo, etc.).
Construir el universo y el entorno en el que se mueven. Cuanto más
complejo sea, más sencillo será encontrar otras cosas interesantes que contar
de ellos, aportando, además, mayor profundidad a la trama.
El novelista debe conocer la época en la que ocurre la obra, el lugar
donde se desarrolla, etc. En este momento empezamos a darnos cuenta de cuánto necesitaremos investigar
para la obra.
Después debemos crear las fichas de personaje, nos documentamos si es
necesario, creamos las subtramas y sus resúmenes, etc.
Una vez que está construida la historia grosso modo, empieza la fase
fuerte de la documentación o investigación.
Obviamente, esta fase de la pre-escritura puede hacer que descubramos
cosas nuevas que afecten a la trama y a los personajes, así que es posible que
haya que rehacer alguno de los elementos ya creados. Pero esa es la parte
interesante de construir una obra de ficción. Sabemos cómo empezamos, pero nunca cómo acabamos.
Cuando ya tenemos la historia definitiva, pasamos a la siguiente fase y
escribimos paso a paso una lista de los
capítulos o escenas que tendrá la historia, resumiendo lo que pasa en cada uno
de ellos con unas dos o tres frases. Nada muy extenso, pero es el momento de
decidir qué partes dejamos dentro y qué
partes se quedan fuera.
Esta estructura es solo un borrador,
un punto de partida para orientarnos.
Con todo el material en la mano, cuando ya nos sentimos convencidos y creemos que funciona, nos lanzamos a la aventura del primer borrador. Lo que
pasa a partir de ahí, depende de cada escritor y de cada historia.
Una de las situaciones más difíciles es crear personajes, porque el escritor
tiene que colocarse al mismo tiempo presentando al protagonista, pero también
el antagonista, a un hombre, como a una mujer, un niño, como un adulto, el bueno, como el malo, etc. Y lograr que
cada personaje tenga su propia personalidad.
La personalidad de un personaje, sus creencias y peculiaridades con
frecuencia se plantean a lo largo de la obra literaria. Algunas veces, los
personajes exponen sus motivos por medio de diálogos o reflexiones internas.
En otros casos el autor da pistas
sobre por qué el personaje actúa como lo hace. Estas pistas pueden ir desde las
acciones hasta la apariencia física del personaje.
Los personajes desempeñan papeles. Un protagonista es el personaje
principal que el lector sigue y con el que se familiariza. El antagonista trata
de evitar que el protagonista alcance sus metas. También existe un personaje
que es el contrapeso de otro.
Los estereotipos son personajes comunes en la vida real y en la ficción,
que los lectores reconocen inmediatamente; por ejemplo, un tranquilo y
estudioso, el indisciplinado, el rabioso, el romántico, etc.
Hay obras que trascienden a sus autores de tal forma, que ellos, los
verdaderos genios creativos desaparecen en la memoria de la gente, solo quedan
sus héroes, sus villanos y sus lugares inventados.
Si mencionamos personajes de actualidad como Batman, Superman, El
Exterminador, Los Simpson, el hombre araña, y otros, seguro que todos los
conocemos, pero quizás no sabemos los
nombres de sus autores, sus creadores.
El escritor debe estudiar y amar a los grandes maestros y a la
naturaleza, no para imitarlos, sino para
fundarse en ellos, inspirarse en las grandes obras del hombre y de la
naturaleza; ser como discípulos de Dios.
Las obras escritas, en su mayoría, tienen tres partes elementales;
Introducción: Es fundamental para poder cautivar o entusiasmar al lector.
Esta se hace a partir de una opinión, una pregunta, una hipótesis o de una idea central,
Desarrollo: Es el proceso
argumentativo de las ideas principales, secundarias y periféricas, las
cuales acompañadas de citas, ejemplos, pruebas y registros lograrán sustentar la tesis principal de la
obra.
Conclusión: Si en el comienzo de la obra se presenta una tesis o una hipótesis, es preciso desarrollarla para comprobarla o contradecir a través de un
proceso de argumentos.