Manuel Salazar
Aunque omitió la carga de deuda pública que pesa sobre el pueblo y los
factores Quirino, corrupción, sicariato
y otros que intranquilizan a la sociedad, del discurso del presidente en
la Asamblea Nacional el pasado 27 de febrero se puede colegir que si se le da
la oportunidad de continuar haciendo lo mucho que quiere y puede hacer, y para
lo que tiene más imaginación y entusiasmo todavía, en pocos años la República
Dominicana será el Jauja del siglo 21.
Al parecer aquí todo marcha bien; el pueblo también está bien y “no es
de gratis” que expresa su confianza en el presidente. Lo que todavía quede por arreglar, es cuestión
parecida al reclamo de Desiderio Arias,
“que lo dejen trabajar”.
Soy de los que cree que corresponden a la realidad muchos de los datos
estadísticos presentados en las memorias.
Pero esos son nublados por estadísticas que proporcionan instituciones
nada sospechosas de ser de izquierda ni de la oposición, como el Banco Mundial,
que señala que los salarios de hoy tienen igual o más bajo poder de compra que
en 1979; que los de las grandes empresas
se han reducido en 8.2%; en 36.9 % y 44. 1% los de las medianas y pequeñas,
respectivamente; mientras que en las zonas francas y en el sector público se han
reducido en 51. 3% y 54. 3%, en ese mismo orden.
Es cierto que como dice el presidente, la economía dominicana creció el
año pasado mucho más que el promedio en América Latina. Esto ha sucedido varias veces. Pero desconoce que en los últimos 15
años en esa misma América Latina el 41% de la población ascendió a un nivel más alto;
mientras que solo 1. 8% lo logró en nuestro país.
Acento ha publicado íntegro un estudio de la Fundación Juan Bosch, que
da cuenta de que la parte del
PIB que correspondió a los trabajadores, disminuyó del 47. 2% al 24.
3% entre el año 2000 y el 2013.
La clase trabajadora percibía 47
de cada 100 de esa riqueza producida en el año 2000, y trece años después solo recibía 24 pesos.
En la realidad no hay bienestar social para las mayorías del país,
aunque haya crecimiento de la economía. Porque ese crecimiento se logra en base
a empleos de baja calidad y
salarios deprimidos, que son de
los que habló el presidente ante la Asamblea Nacional, y que como él mismo
reconoció meses atrás un salario que oscila en torno a los 10 mil pesos, “no
alcanza para nada”.
El propio Ministerio de Economía y Planificación dice en un estudio que
la emblemática provincia La Altagracia, allí donde está el buque insignia del
turismo y hacia donde se dirige buena parte de la inversión pública
y privada, el 51. 8 de los hogares vive en condiciones de pobreza.
Pero bien, el realismo mágico es un recurso que viene desde los tiempos
del segundo viaje de Colón a América, cuando los conquistadores tuvieron que
convencer a otros aventureros y a
financistas de entonces de que la conquista de América era provechosa; para lo que tuvieron que elevar a
lo mágico las riquezas que había en esta
parte del planeta.
En “La tierra del Jauja”, escrito
por Lope de Rueda en 1565, se habla de
lo pródigas que eran las tierras de este continente, donde “pagan a los hombres por dormir… los árboles
son de tocino y sus hojas de pan fino…”
Y con el mismo propósito, las cartas de Pedro María de Anglería hablan
de la existencia de “unas tortugas de concha tan grande que podrían cubrir una
casa… y las hicoteas depositan nidadas de mil huevos”.
Quiere decir que el realismo mágico vino a nuestra América como recurso
de conquista de los españoles y de ahí pasó a la literatura, a la novela
especialmente, que suele decir lo que los autores quieren que sea la realidad,
no exactamente la que es.
Nada tiene de extraño entonces
que el presidente de la República apele
a ese mismo recurso con el propósito de reconquista, y nos presente un
país en curso a un Jauja.