Pablo McKinney
A su llegada al PLD, Rafael Paz fue recibido como se recibe a un príncipe heredero. Y es que sus vínculos directos con la “aristocracia del capital” en su condición de exvicepresidente ejecutivo del CONEP lo convertían en una especie de “golden boy” para cualquier organización política.
Son esas relaciones primarias,
esas colindancias con “las familias”, las que explican su meteórico ascenso y
llegada a esa otra “aristocracia del mando y del castigo” que en el PLD es el
Comité Político, del cual Paz llegó a formar parte antes que meritísimos
miembros del Comité Central pertenecientes a la élite ética del PLD que, entre
otros, componen Chanel Rosa Mateo, Ventura Camejo, José Tomás Pérez, Margarita
Cedeño, César Pina Toribio o Jaime David Fernández.
Recuerdo ahora como, a pesar
de mis explicaciones, más de uno de mis compañeros de trabajo o contertulios
amigos de entonces no lograban entender lo que para un partido de
reminiscencias marxistas e inspiración boschista, dirigido en lo fundamental
por miembros de la amplia clase media -más don Eduardo Selman, Diandino Peña y
pocos más, como excepciones-, significaba recibir en sus filas a quien había
sido vocero de otra aristocracia no partidaria sino económica, alejadas ambas
de la mejor y más auténtica de todas, “la aristocracia del barrio” a la que
canta el genio de Joan Manuel Serrat: “sentimentales y buenos, en el bar le
echan de menos. Son la aristocracia del barrio”.
Rafael Paz fue recibido en el
PLD como si fuera lo que hoy es Omar Fernández Domínguez en la Fuerza del
Pueblo: el príncipe heredero coronado, además, con una buena formación, mucha
educación doméstica, más las dotes de caballero de fina estampa y buenas
maneras que siempre han acompañado a su padre, el profesor Fernández.
Esa es la realidad que, en
paz, Rafael debe entender, comprender, asumir. El Partido Fuerza del Pueblo no
puede darse el lujo de que Omar compita por la senaduría del Distrito Nacional
sin altas posibilidades de vencer. Y para que así ocurra es condición imprescindible
que haya una alianza entre los dos PLD, que tiene como contraparte el apoyo de
la Fuerza del Pueblo (el PLD en verdeFernández) al candidato a la alcaldía del
Distrito Nacional por el PLD en moradoMedina, Domingo Contreras quien, sin ese
pacto, nada tendría que buscar al enfrentarse a mi dilecta Carolina Mejía y
Gómez, la de doña Rosa. “Tócala otra vez, Sam, tócala otra vez”: “Son la
aristocracia del barrio”.
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