8 de octubre de 2023

Isabella Borromeo: “Guardo muy buenos recuerdos del Madrid de los noventa, cuando salía con el rey Felipe y otros amigos a Pachá”

 Amiga de juventud del rey Felipe, Isabella es la más misteriosa de las hermanas Borromeo. Vestida de Louis Vuitton, la condesa nos recibe en su casa de Roma y habla de su “horrible” divorcio, del libro en el que piensa denunciar las leyes italianas y de su futuro.

POR PALOMA SIMÓN

Isabella Borromeo fotografiada en su casa de Roma con kimono con prints camisa y pantalones Capri de la colección...

Era tan solo una niña de 13 años cuando, en el 304 después de Cristo, se negó a renunciar a su fe cristiana y fue condenada a morir apuñalada. Una daga le atravesó el corazón. Unos cuantos siglos después la familia reclamó su cuerpo para llevárselo al feudo de la dinastía, en las Islas Borromeas, pero para entonces esta vírgen ymartir era ya su patrona, por lo que los paduanos se negaron en rotundo. A cambio, les entregaron una reliquia: su trensa. “De ahí venimos nosotras, las rubias hermanas Borromeo. De Santa Justina de Padua”, relata con orgullo y picardía Isabella Borromeo, (Milán, 1975), la mayor de los cinco hijos del conde Carlo Ferdinando Borromeo y de la modelo alemana Sybilla Marion Zota. “Santa Justina permaneció en el olvido durante años hasta que experimentó una especie de comeback en el siglo XVI, cuando su martirio se convirtió en uno de los motivos preferidos de los pintores venecianos como Veronese. Y luego tenemos a Carlos Borromeo, que obviamente conocerás, un santo muy popular y controvertido. Y dos papas”, enumera la condesa Borromeo-Arese-Taverna.

—¿Qué opina por cierto de Francisco?

—Creo que posee una enorme fortaleza mental. Benedicto en cambio era un hombre de letras, más estudioso que populista. Juan Pablo II también fue un papa de la gente. Recuerdo mi emoción cuando lo conocí de niña, era muy fan suya.

—¿Es usted religiosa?

—A mi manera (risas). Puntos suspensivos.

La hermana mayor —y más desconocida— de Beatrice Borromeo era hasta hoy el personaje más misterioso de una saga que, como acabamos de ver, hunde sus raíces en la época del emperador Diocleciano, cuando todavía se hacían llamar Vitaliani —lo de Borromeo llegaría en el siglo XIV—. Una familia ilustre de mercaderes, guerreros y cardenales ligada hoy a la alta sociedad, la política y las finanzas. A los Grimaldi y los Agnelli, pero también a Silvio Berlusconi, que acaba de fallecer cuando tiene lugar esta entrevista. “Por supuesto que lo conocí. Procedemos de la misma ciudad. Mi familia le vendió tierras y propiedades; ahora que lo dices, no estoy segura de aprobar lo que hizo con ellas...”, admite Isabella. “[Una figura] polémica, que no respetaba demasiado a las mujeres, pero que tuvo la capacidad de unir Italia como ningún otro político en los últimos 50 años, y apoyó nuestra industria con determinación, algo que en aquel momento necesitábamos desesperadamente. Para gran parte del país pasará a la historia como un hombre hecho a sí mismo que encarnaba la versión italiana del sueño americano. Nunca se sabrá toda la verdad sobre él, pero está claro que muchos de mis compatriotas lo echarán de menos”, razona. En 2004 el Cavaliere, que era entonces primer ministro, fue uno de los 700 invitados a la boda de su hermana Lavinia con John Elkann, el nieto favorito de Gianni Agnelli y su heredero al frente del emporio familiar, Exor Group, que incluye compañías automovilísticas como Fiat-Chrysler y Ferrari, el diario The Economist o la Juventus de Turín. La mediana, Matilde, contrajo matrimonio en 2011 con el príncipe Antonius von Fürstenberg y la pequeña, Beatrice, con Pierre, el menor de los tres hijos de Stefano Casiraghi y Carolina de Mónaco, en 2015. Todas se casaron vestidas de alta costura en las Islas Borromeas, “el lugar más voluptuoso del mundo” según Gustave Flaubert. El único varón, Carlo, lo hizo en la isla de Pantelaria en 2012 con la diseñadora Marta Ferri. “Mi matrimonio no ha sido tan glamuroso como los suyos, ni desde luego tan feliz", lamenta Isabella con un deje de tristeza y hartazgo.

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