Raúl Alfonsín preparaba su reingreso a la política grande y ya comenzaba a planear su presidencia. Ya en 1980, el líder radical sabía que necesitaba rodearse de hombres y mujeres que lo ayudaran a pensar y reconstruir el país. Su 1983 había comenzado mucho antes de lo que indicaba el calendario.
POR HECTOR PAVON Clarín
El 83 de RA
Corría el año 1980 y había argentinos que ya
estaban planificando el retorno de la democracia. Fue ese año en el que un muy
seguro Raúl Alfonsín participaba de un seminario sobre el futuro de la
democracia en San José de Costa Rica. Allí se encontró con muchos argentinos
exiliados, algunos de ellos, recalaban en el DF mexicano. Su 1983 ya había
comenzado y él recorría América Latina y países europeos gobernados por
socialdemocracias como España, Francia e Italia. Buscaba ideas y puntos de
apoyo.
Varias décadas después, conocí al publicista
Meyer Goodbar. Un hombre que tenía buenas historias para contar. A fines de
1981, había ido a una reunión secreta en la que se discutía sobre la cada vez
más grave situación económica argentina. Goodbar era un empresario dedicado a
la selección de personal ejecutivo que no desentonaba con el clima radical
explícito de la mesa. Un hombre de bigotes que estaba sentado al lado del
empresario le preguntó a qué se dedicaba. Sorprendido, pero sin sentirse
censurado, Goodbar le contó que además de selección de personal, realizaba
consultorías para empresas como el City Bank. Las actividades de Goodbar le
llamaron la atención al hombre y entonces se presentó: “soy Raúl Alfonsín”.
“No lo había reconocido. Me preguntó cómo se
hacía la selección de personal. Él quería que yo lo acompañara, entre otras
cosas, en la búsqueda del perfil de cierta gente que para él era importante”,
dijo Meyer Goodbar en un restaurante de Recoleta, un mediodía de invierno
mientras comía un lomo sin sal. Los dos hombres intercambiaron teléfonos y
partieron sabiendo que esas reuniones eran monitoreadas por los servicios de
inteligencia. “Ahí quedó una marca”, me dijo el consultor mirando al pasado y
reconociendo la intriga que le generó ese encuentro. Alfonsín ya estaba armando
equipos de trabajo y necesitaba alguien que le proveyera de materia gris. Y
tenía muy buen olfato. Así comenzó la exploración y búsqueda de personas que lo
iban a acompañar, asesorar, compartir el largo camino a la Presidencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario