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21 de julio de 2014

Vivencias de Leonel Cabrera

Leonel Cabrera
El continuo uso de mi único tenis Campeón, hizo que sus suelas fueran tan frágiles como vejiga soplada dejada al viento. Mamá solo nos permitía usar los zapatos sábado y domingo, u ocasiones especiales.

Así que mientras jugaba con Víctor Fañas y Venero Vargas, esa mañana de 1967, en el área verde de los chalecitos en la calle Daniel Goris, entre las Gastón F. Deligne y la 30 de Marzo; un clavo crucificó mi pié derecho, atravesándome de la planta a la parte superior.

Entre gritos, Pum Pum, que pasaba por el lugar con su caja de empanada, sacó mi pié del clavo que sobresalía de un madero. Venero, avisó a mamá y esta a su vez me llevó a Sanidad, en el edificio del correo; allí me atendió un ángel de voz ronca, que con dulzura puso una solución de olor fuerte, me vendó, y con una sonrisa hizo lo único que no me gusto de ella: Me puso una inyección anti tétano.

Sólo supe su nombre cuando mi madre la abrazó, y se despidió diciéndole: ¡Doña Ana López, gracias, y que Dios la bendiga!


Jesús dice del buen Samaritano: "Y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él." Lucas 10:34


No perdamos el enfoque, la Biblia aconseja: "Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios." Hebreos 12:2

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