Por Lincoln López
La carreta apareció en el desértico escenario
y debajo de un sol amarillo que molesta. “El cielo está teñido de una mezcla de
dos colores: mandarina y zapote”. La carreta transitaba de derecha a izquierda
y era arrastrada por Mínimo, un personaje “pequeño y demacrado” por sus largos
años de sufrimiento “por cargar pesado” la carreta para beneficiar básicamente
a los tres que estaban “arriba” y sentados cómodamente en el vehículo.
Uno de los tres que “que echaron a Mínimo en
el pozo de la miseria” era un personaje regordete llamado Cárnido, con su
sombrero de copa, sus bolsitas de dinero colgadas al cinto, y en la mano “un
abanico de nácar”. A su lado se encuentra Orátulo con su mitra (especie de
corona) sobre su cabeza, y de sus hombros le cuelga una estola. Detrás de
ellos, también sentado está Revoluto con camisa sin abotonar de color rojo.
Completa el “quinteto” un personaje con cara de verdugo y látigo en la mano, es
Fórtido; lleva además “varias medallas prendidas en el torso”, representa la
fuerza de combate contra Mínimo, contraviniendo los códigos y juramentos de
proteger al pueblo.
Esta obra de Iván García Guerra fue
finalizada el 16 de marzo de 1965 cuando en el contexto político nacional se
iba esfumando la esperanza de desarrollo humano que generó la instalación del
primer gobierno liberal elegido democráticamente después de la dictadura de
Trujillo y derrocado siete meses después. Proceso similar ocurría en América
Latina cuando los gobiernos liberales y democráticos sustituyeron a las
tiranías, y truncados con el patrocinio del imperio que veía sus intereses en
peligro. Eran los tiempos en que la Revolución Cubana constituía fuente de
inspiración liberadora, y, también tiempos de gran influencia de pensadores
marxistas, existencialistas, nihilistas…
La carreta iba lenta y cada uno de los
personajes va desgranando su ideología y en consecuencia, perfilando su
personalidad, a través de los 204 parlamentos creados por el dramaturgo
dominicano en su obra estructurada en un acto, lo que le permite desarrollar
los conflictos dentro del argumento central. Verbigracia, Orátulo cuando dice:
“…Hay que rezar, hay que rezar, aunque nunca ocurran milagros…cómo vamos a
pasar las noches per saecula saeculorum... ¿Comprendes? Y mi plato preferido es
el filete; no muy cocido pero tampoco muy crudo. Estoy convencido de que así
nunca podré lograr milagros; pero lo que es una buena digestión, sí…”.
En otra parte del texto Cárnido dice: “Las
piscinas se compran con dinero; las mansiones se compran con dinero, con
dinero…Son tan bellos los turistas con sus pantalones cortos y sus medias
largas; con sus camisas rameadas y sus cámaras terciadas…”, mientras Míinimo
sigue con su rosario de quejas: “yo tengo fe…pero no puedo…las piernas…se niegan
a soportarme. No puedo. No…puedo…”.
Con esta obra teatral “Fábula de los cinco
caminantes” se inicia el teatro contemporáneo en nuestro país, y resulta
refrescante en su forma y especialmente por su contenido, siempre actual, la
reimpresión de la misma por Ediciones Sociedarte…
38 días después de escribirla estalló la
Guerra de abril del 65.
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