Mensaje por Josefina Simón - aires de libertad
Este polifacético e ilustre buñolero fue periodista,
escritor, historiador, poeta, lingüista y activista político. Fue traductor, y
prologuista de obras de insignes autores, como Julio Verne, Dickens, Rousseau,
Mauriac, Cocteau, Simenon y muchos otros. Un auténtico erudito, cuyos estudios
y trayectoria literaria se desarrollaron en Madrid. Era hijo del jurista,
filósofo y catedrático, Luis Hernández Rico (Novelda 1866-Valencia 1938),
fundador del Centro Republicano Católico de Valencia, que ejerció de secretario
en el Ayuntamiento de Buñol entre 1901 y 1905. De ahí que Luis naciese en Buñol
y viviese en él los primero cinco años de su vida.
En Madrid cursa sus primeros estudios e inicia muy joven
las carreras de Medicina y Derecho, que no podrá terminar por dificultades
económicas. De su precoz talento intelectual da fe una conferencia que
pronunció cuando tenía tan solo quince años.
Bien pronto, el bullicioso mundo periodístico y literario
del Madrid de la época le cuenta como uno de sus más arquetípicos miembros.
Entre sus primeros escarceos literarios se cuenta el poema El Lirio (1924), una
de las escasas obras de su juventud que publicó. Por esa misma época impulsa y
funda en Madrid, el círculo cultural y recreativo Liceo de la Juventud, en el
que estrena con éxito una obra teatral, El proscrito. Cosecha galardones en
diferentes concursos literarios a lo largo y a lo ancho de España: en Cádiz,
Elche, Trujillo… Publica obras, generalmente de carácter político y social, en
editoriales como Morata y Castro, con las que también colabora como traductor,
principalmente del francés y del italiano. En 1928 funda y dirige la
publicación El Presidencialista, órgano de la Juventud Republicana
Presidencialista de España, alrededor del cual se congregan e incorporan a este
ideario jóvenes juristas y escritores de
gran talento y elevados ideales.
El 15 de octubre de 1928, Luis se casa con María Dolores
Rodríguez (Madrid 1898-1994), en la madrileña Parroquia de San Ildefonso y de
este matrimonio nacen dos hijas María Dolores (1929-1933) y Consuelo
(1931-2003).
Estaba dotado de un gran talento y una capacidad de
trabajo increíble. Fue colaborador habitual de los más prestigiosos medios de
la época. En 1930, es galardonado con el Premio Zozaya de periodismo, concedido
por el prestigioso diario La Libertad. Escribió varios libros, entre otros
Virreinato del Perú, por el que recibió el Premio Cervantes 1930, de manos del
Rey Alfonso XIII, y que sería reeditado por Editora Nacional en 1945; Verdad y
mentira de la República Española (1933). Utilizaba varios seudónimos con los
que, en ocasiones, firmaba sus artículos: "El Doctor Hache",
"LHA", "Lorenzo Fanals", "Luisillo", "Luis
de Buñol"...
En un artículo que escribe en 1933, en el diario de
Madrid, La Libertad, habla sobre la necesidad de completar la línea férrea
Madrid-Cuenca-Valencia, para optimizar la economía y el intercambio entre estas
ciudades, mediante un transporte rápido y económico "de los frutos de las
huertas valencianas, de la cerámica de Manises, de las fundiciones de Sagunto,
de los embutidos de Buñol, de los jarabes de Játiva y Ayelo"… Luis nunca
olvidó su patria chica, su origen.
Tras el 18 de julio de 1936, permanece en Madrid en
calidad de jefe de prensa de las Juventudes Socialistas Unificadas, alentando a
la lucha contra el fascismo con sus artículos y crónicas desde el frente, para
diarios como El Liberal y otros. También ejerce de corresponsal de guerra para
la revista Crónica, que publica sus artículos y crónicas en su sección La lucha
en la sierra.
En 1939 es director del diario Sur, órgano del Ejército
de Andalucía, con sede en Baza (Granada) y, como opta por no exiliarse, allí le
sorprende el fin de la guerra, al frente del último diario republicano que cae
en manos franquistas. Es encarcelado en la Prisión de Partido de esa ciudad y,
posteriormente, en las prisiones granadinas de La Campana y Provincial. Se le
procesa y condena a muerte y, posteriormente, le sería conmutada la pena
capital por cinco años de reclusión, ante el testimonio de muchas personas
inocentes cuyas vidas había contribuido a salvar. Manuscrito del archivo
familiar.
Precisamente, desde la Prisión Provincial de Granada,
Luis escribe Yo quisiera Consuelito, cuyo manuscrito se muestra. Se trata de un
poema lleno de ternura que el padre preso escribe a su hija Consuelo cuando
esta tenía once años.
Ya fuera de prisión, Luis es un claro exponente de los
intelectuales del exilio interior, que dedicará sus restantes años y energías
–imposibilitado a ejercer el periodismo por su calidad de enemigo del régimen–
a la traducción de obras de grandes escritores antiguos y modernos. Despliega
también una importante la labor lingüística con la redacción de su obra inédita
Defensa del idioma y de numerosísimas papeletas enviadas a la Real Academia Española.
Ejerce como asesor literario de prestigiosas editoriales como Alonso, Castro
Morata y Aguilar. En esta última permanece desde 1954 hasta su jubilación en
1974, aunque continua como colaborador externo hasta su fallecimiento.
Desde que descubrimos de forma casual, navegando por
internet, a este buñolero ilustre, estamos convencido de que merece como el que
más, una calle o algún evento o centro cultural que lleve su nombre. Me
atrevería a asegurar que si no se ha hecho ya, ha sido por desconocimiento de
la existencia del personaje. Es cierto que solo vivió en Buñol sus cinco
primeros solo vivió en Buñol sus cinco primeros años, pero no es menos cierto
que rendía culto a su patria chica cada vez que firmaba artículos como
"Luis de Buñol".
Este personaje y su obra nos fascinan. Sus artículos, de
cualquier tema, transmiten compromiso, agudeza, credibilidad... En sus poemas,
modelo de rima y métrica, percibimos una exquisita sensibilidad y una sutileza
que colman de belleza y lirismo a cada uno de sus versos. Sus frases –algunas
con un trasfondo de amargura, en defensa de causas perdidas– están cargadas de
sabiduría y equilibrio y, al igual que las frases de los grandes pensadores, su
vigencia es permanente, por ser intemporales. Su foto del inicio –tendría en
ella treinta años, ceño fruncido, como preocupado y mirada inquisidora– nos
transmite la imagen, de un intelectual serio, con mucha vida interior y, quizá,
un poco atormentado. Pienso que, al igual que Larra, Luis iba muchos pasos por
delante de la sociedad que le tocó vivir y eso le iba creando un poso de
amargura que, de alguna manera, impregnaba su obra y su imagen.
A continuación uno de sus hermosos poemas.
AL MAR
¡Titán
nunca vencido!
¡Coloso
inquieto que tu altiva frente
con
trágico rugido
alzas
al cielo en ademán potente!
En tu
canción detente
y
escucha mi querella,
queja
tenaz de un hombre que ha soñado
en
robar, como tú, luz a una estrella
y no
ser por ninguno domeñado.
Dame el
vigor preciado
con el
que creas las inquietas brumas,
con el
que sabes defender tu seno
del
egoísmo ajeno
y
coronar la inmensidad de espumas.
Quiero
ser, como tú, recio y bravío,
sin
otra ley que la de mi albedrío
tan
solo vigilada,
en los
tiempos y espacios eternales,
por la
tranquila y plácida mirada
de los
errantes ojos siderales.
Quiero
ser, como tú, constante y fuerte,
arcano
de la vida y de la muerte
para,
después de que vencido haya
a lo
vivo y lo inerte,
buscando
paz en la victoria, vaya
a
besar, como tú, lento y rendido,
callando
mi gemido,
la
humilde arena de escondida playa.