José Gómez Cerda
En mi vida he pronunciado cientos de discursos en Congresos, Consejos,
reuniones, mítines, conferencias, cursos, y en diversos escenarios nacionales e
internacionales; pero hay dos que recordaré toda mi vida, el primero fue en la
celebración del primero de mayo de 1958, en el auditorio Don Bosco, en la
capital (En esa época Ciudad Trujillo), y el otro en el Teatro Caupolicán, el jueves, 27 de mayo de 1965, en Santiago de
Chile, en mi calidad de representante del gobierno del Coronel Francisco A.
Caamaño, durante la ocupación norteamericana a nuestro país.
Había ingresado a la Juventud Obrera Católica (JOC), cuando tenía 17
años, siendo pre-jocista, luego militante y después Presidente de esa
organización de jóvenes obreros, en la Parroquia San Juan Bosco, en la capital,
que era la única en todo el país donde funcionaba la JOC en esos tiempos de
Trujillo.
En esa época la JOC no tenía asesor religioso, los últimos dos estaban
exiliados; uno en Canadá, el Padre Marcial Silva, y el otro en Puerto Rico, el
Padre Manuel González Quevedo, por lo tanto los dirigentes actuábamos con
autonomía en la conducción y dirección
del grupo, que éramos alrededor de 75 miembros.
En la JOC aprendimos a utilizar el método de ver, juzgar y actuar, que
es la metodología de esa organización internacional. Normalmente los jóvenes
ven, actúan y después juzgan. También aprendimos el método de revisión de vida,
hacer los estudios por medio de encuestas, a trabajar en equipos, hacer
círculos de estudios, darle supremacía al trabajo sobre el capital y a lo
espiritual sobre material.
¡Es una preparación para toda la vida!
José Cardijn, el fundador y asesor internacional de la JOC nos había
enseñado que las actividades no se interpretan cuando se realizan, sino cómo se
han preparado. Por eso un mes antes del 1ro, de mayo, realizamos una reunión
para preparar hacer una manifestación en esa fecha, día internacional de los
trabajadores.
Calculamos que asistirían alrededor de 200 jóvenes obreros de la
capital, hicimos un programa donde el acto consistía en iniciar con una
invocación, luego interpretar el Himno de
la JOC, Porfirio Zarzuela,
tesorero, hablaría sobre la situación interna de la asociación, haciendo
énfasis en la situación económica, Luis Genion Power, cantaría un tango, Jorge
Cruz Reyes haría un monologo chistoso, y yo, en la calidad de Presidente diría
el discurso de fondo, sobre la situación de los jóvenes obreros dominicanos.
Así llegamos al acto del primero de mayo, día internacional de los
trabajadores, iniciamos exactamente a
las 7 de la noche, con el salón repleto de jóvenes, la actividad fue un éxito,
en el cumplimiento del programa, el entusiasmo de los participantes.
Mi discurso tuvo la energía de la juventud, el contenido sobre un
análisis e interpretación de la realidad de los jóvenes obreros dominicanos.
Puse toda la voluntad posible para entusiasmar a los jóvenes presentes.
Dije- en mi discurso- que los jóvenes trabajadores dominicanos tenían
salarios muy bajos, no tenían derecho a
formar sindicatos, y que en muchos casos no tenían seguro social. Además hablé
sobre el papel de los jóvenes para el desarrollo de la sociedad dominicana.
Cuando concluimos el acto un señor se acercó a mí, se presentó como
periodista del periódico El Caribe, me pidió el discurso, quería hacer una
fotografía desde el mismo lugar que hablé y que le escribiera la dirección
donde yo trabajaba.
Le expliqué que no tenía un discurso escrito, sino ideas fuerzas, y
tenía como complementos recortes de periódicos de la JOC de Cuba, y de Costa
Rica, que eran las mejores organizadas en la zona, y quienes nos enviamos
permanentemente periódicos, revistas y documentos sobre la JOC en sus respectivos
países. El hizo la foto, le entregué mis anotaciones, mi dirección del trabajo; aparentemente todo
estaba bien.
Al otro día, cerca del mediodía se presentaron dos oficiales de la
policía a la empresa donde trabajaba, que era la Mercantil Antillana, situada
en la calle 30 de marzo, esquina Francia, en la capital.
Hablaron con los jefes de la empresa, españoles, gallegos, apellidos
Barros, Arostegui y Teijeiro, luego conmigo y me invitaron a que fuera al
destacamento de la policía nacional.
Me llevaron al Palacio de la Policía Nacional, allá me interrogaron, y
golpearon, acusándome de que ese discurso no había sido elaborado por mí, sino
que me enviaron consignas del exterior, para que yo lo repitiera. ¡No se
mencionó el nombre de Trujillo!, y que no eran del agrado del gobierno.
Me dijeron específicamente que yo era un representante del Señor Tomás
Reyes Cerda, (A quien yo no conocía, ni había oído hablar), un locutor que había trabajado en la Voz
Dominicana, que estuvo exiliado en la embajada de México, en Ciudad Trujillo, y
que escribía contra el dictador Trujillo desde México,
donde vivía, el policía interrogador me
dijo que eran muy parecidas las opiniones de Reyes Cerda, con lo que yo dije en
mi discurso.
Allá estaba el señor que me había dicho que era periodista del periódico
El Caribe, era un policía secreto, me
mostró la foto que me había hecho la noche anterior.
El tono del interrogatorio subió, con acusaciones, palabras obscenas,
amenazas y golpes.
Hay que hacer notar que en esa fecha Fidel Castro era sólo una amenaza
en la Sierra Maestra, no se había producido la invasión del 14 de junio, ni las
protestas de la iglesia católica. El tiempo de la dictadura estaba sin
problemas. Los hermanos Moreno Martínez estaban asilados en la embajada de
Venezuela, pero pocas personas lo sabían, como había sucedido con el asilo de
Tomás Reyes Cerda, que estuvo varios años
asilado en la Embajada de México.
El discurso es un término que
refiere a tendencias de elaboración de un mensaje mediante recursos expresivos
y diversas estrategias, sin embargo, en tiempo de Trujillo estaba limitado a si
hacían alabanzas o no al régimen dictatorial.
En esa fecha yo tenía 19 años, y
pesaba 97 libras.
Los interrogantes se limitaban a acusarme de que no era una alabanza al
gobierno, sino que coincidía con críticas a la dictadura. Siempre respondí
que la JOC era una asociación de jóvenes
obreros católicos y no teníamos ninguna vinculación política.
Al final del interrogatorio me llevaron a la pensión donde vivía en
la Calle Otilio Meléndez, cerca del
parque Braulio Álvarez, me dijeron que no debía decirle nada a nadie de los
golpes que me dieron, y que si ellos se enteraban me iba a resultar muy caro.
Ese mismo día hicieron un allanamiento a mi madre Graciela Cerda de
Gómez, en Santiago, en la calle Arté No. 28, preguntando por las relaciones de
la familia Cerda, y que hacía yo en la capital.
Al otro día no asistí al trabajo, llamé por teléfono para pedir permiso,
estaba adolorido física y emocionalmente. Cuando volví al trabajo era un
murmullo entre los compañeros de labores y en especialmente entre los jefes…
Esto lo traté con mis compañeros de la JOC Porfirio Zarzuela, Jorge Cruz
Reyes, Luis Genion Power y Luís Lantigua, pidiendo reservas para no comentarlo
con los otros jocistas. Hablé con Pablo Nadal y Henry Molina, de la Acción
Católica.
Durante dos meses debí asistir todas las semanas a la policía nacional,
viví un tiempo de pesadilla, sin poder informar a nadie, el temor a ser
asesinado, me mantuvo en suspenso. Maduré mucho en poco tiempo, y fui
comprendiendo lo que era una dictadura, y el riesgo que tenía por el discurso
que había pronunciado. En vez de leer poesías, o leer novelas, leía temas
políticos y sociales. En las librerías había pocos libros que pudieran
despertar el conocimiento político.
Las personas que no vivieron la dictadura de Trujillo difícilmente
pueden interpretar lo que era ser considerado diferente al sistema del
gobierno…..era vivir cada día en zozobras
A principio del año 1959 la situación se empeoró. El triunfo de Fidel
Castro en Cuba, modificó el panorama político dominicano, nuevamente la policía
me llamó a declarar, y sentí miedo de quedarme en el país. Hablé con los jefes
de mi trabajo y representantes de la iglesia,
ellos me ayudaron a conseguir una visa, pagarme el pasaje de avión, salí
del país a principios de febrero, por el aeropuerto General Andrews.
Estando en el exterior se integré al
Movimiento de Liberación Dominicana en Nueva York que dirigía
Bienvenido Hazim Egel, siendo yo
secretario juvenil de esa organización, viajé a Puerto Rico, Costa Rica, Cuba y
Venezuela, en actividades políticas y de la JOC.
Cuando conocí como habían secuestrado y después asesinado al Profesor
español Jesús de Galindez, por su libro “La Era de Trujillo”, y el asesinato al
periodista Requena, ambos en Nueva York, me mantuvieron mucho tiempo con
pesadillas.
En Nueva York fundé y fui Presidente de la Juventud Obrera Católica-JOC,
para hispanos, luego se unió Henry Molina, quién había salido al exilio.
Después fuimos juntos a estudiar sindicalismo y política en Venezuela, donde
realizamos un curso intensivo de varios meses.
Cuando regresé del exilio, específicamente de Venezuela, el 26 de enero de 1962, inmediatamente
constituimos el 28 de ese mes, la Confederación Autónoma de Sindicatos
Cristianos (CASC), y el día 5 de febrero, con la ayuda del Padre Manuel
González Quevedo, formamos el Sindicato de la Industria Farmacéutica (SADIF),
en Santiago, el primer sindicato que se afilió estatutariamente a la CASC.
Junta con Henry Molina, Gabriel del Río, Porfirio Zarzuela, Jorge Cruz
Reyes, y otros valiosos jóvenes trabajadores, nos dedicamos al sindicalismo
cristiano, honesto, ideológico y serio.
También formamos en el año 1962, la Federación Dominicana de Ligas
Agrarias Cristiana-FEDELAC, y el Instituto Nacional de Formación Agraria y
Sindical-INFAS, que todavía perduran.
Ese discurso del 1ro de mayo de 1958 me sirvió de ejemplo para cuando
voy hablar en público, saber a quienes me dirijo y lo que voy a decir…