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Lizardo
Olivo
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El
problema ancestral y al parecer insoluble en la República Dominicana es que los
presidentes una vez posicionados en el cargo se posesionan del mismo por
ausencia de controles y a lo único que atinan es a satisfacer caprichos y a
administrar la corrupción con su sello personal.
Usted
sabe, posición (“Postura, actitud o modo en que alguien o algo está puesto”,
según su primer significado en el diccionario de la RAE) y posesión (“Acto de
poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro”,
según la misma RAE) no son lo mismo, por mucho que se parezcan las palabras.
Pero los presidentes siempre las han confundido de manera aviesa para tomar
ventaja y enriquecerse y enriquecer a los suyos con los bienes del Estado.
Al
cumplirse un año de ser posicionado como presidente, con claridad se aprecia
por asuntos pequeños y mayores que Danilo Medina se posesionó del cargo en un
santiamén. Como sus predecesores, hace lo que le da la gana con el dinero del
Estado. Semanalmente se echa decenas de millones de pesos en los bolsillos para
luego de divertirse rememorando las infantiles aventuras de saltos o cruces de
alambradas repartir unos cuantos billetes entre los suyos, sean éstos reales o
supuestos agricultores. También rifa pequeñas obras del Estado, y cositas
menores para hacer más eficaz su reparto de borona, bajo el tape de los
subsidios a programas equis.
Pero
donde Danilo ha demostrado contundentemente su efectiva posesión de la
presidencia es en asuntos mayores, tales como la imposición de su implacable
política impositiva y de aumento de los combustibles, su invento de la carreta
Cibao-Sur y convencer a Leonel Fernández para tocar las puertas de la Barrick
Gold para que sueltes unos pesos más.
Otro
asunto mayor es que sin que nadie chistara puso a administrar en el Ministerio
de Educación nada más y nada menos que el 4% del PIB al personaje que es para
él (Danilo) ni más ni menos lo que Félix Bautista es para Leonel.
Y
agréguele a eso la anuencia para que el clan de su director de Ética hiciera
los arreglos para que ninguna entidad del gobierno se opusiera a que Ramoncito
Báez Figueroa esté de regreso a la vida productiva, aunque bajo condiciones
incómodas (je je) que le pautan ofrecer charlas y que no se ajume, entre otras
tonterías.
Bueno,
los seguidores de Danilo pueden decir que hay justicia al mejor estilo del
poder en ese asunto. Mire, si Leonel está suelto y haciendo presentaciones
internacionales después de un fraude fiscal de más de 200,000 millones de pesos
solo en 2012, no se justificaba la prisión de Ramoncito con más de media pena
cumplida por su fraude de 55 mil millones de pesos, si se toma en cuenta que
ambos fraudes los paga religiosamente el mismo pueblo.
Sin
cortapisas, reconozco y recalco que Danilo tiene posesión de la presidencia y
hace lo que quiere, como nunca se había hecho. Ha sido impositivamente
despiadado, pero con camuflaje de humildad, sin pavonearse y rechazando el
aparataje de jefe. Este ha sido su gran éxito para que tenga el nivel de
aceptación que se dice que tiene, porque no se puede hablar de que con un
cuarto de su mandato ya cumplido ha resuelto alguno de los problemas de
siempre, aunque se está dando el mayor banquete con los impuestos.
Mire,
con Danilo ocurre como con esos jonroneros que dan palos enormes, a los cuales
los lanzadores rivales no le tiran a dar, porque no perrean en el recorrido de
las bases, lo que no quiere decir que no disfrutan discretamente por el palo
dado.
Por
hoy, me voy. Que Dios le llene de bendiciones, y se apiade de la República
Dominicana. (El Jacaguero)