Redacción El Caribe
Nacido el 8
de marzo de 1956 en Haina, Rubby Pérez, cuyo nombre real era Roberto Antonio
Pérez Herrera, tuvo un inicio lleno de retos. A los 15 años, un accidente
automovilístico truncó su sueño de ser pelotero, pero abrió la puerta a una
carrera musical legendaria. Durante su recuperación, encontró refugio en la
música y fue en ese momento cuando comenzó a gestarse su nueva vocación.
Rubby inició
cantando en coros de iglesia y agrupaciones locales hasta que, en 1977, se
integró a Los Pitágoras del Ritmo. Su gran oportunidad llegó en 1980 cuando
Fernando Villalona lo eligió para su orquesta. Su potente voz llamó la atención
del público y pronto se convirtió en uno de los cantantes más reconocidos del
país.
Consolidación
como solista
En 1987
inició su carrera como solista y dejó huella con temas como “Buscando tus
besos”, “Dame veneno” y “Enamorado de ella”. Su éxito se extendió más allá de
las fronteras, llegando a ocupar posiciones en las listas de Billboard y
recibiendo discos de oro y platino en países como Venezuela. Su música, cargada
de pasión y sentimiento, lo consolidó como una figura clave del merengue.
Rubby recibió
numerosos premios, incluyendo los Casandra y reconocimientos internacionales.
Su legado no solo se mide en éxitos musicales, sino también en su impacto
humano: fue mentor, amigo, y siempre estuvo dispuesto a apoyar causas sociales
y a nuevos talentos.
Una última
presentación cargada de emoción
Su último
concierto en el Jet Set, escenario que tantas veces lo ovacionó, fue el cierre
inesperado de una trayectoria brillante. La tragedia que acabó con su vida dejó
al país consternado, pero también reafirmó el amor del pueblo dominicano por su
música.
Más allá del
escenario, Rubby fue un padre entregado. El mes pasado celebró los 15 años de
su hija Ana con una emotiva canción a dúo, gesto que se ha viralizado por su
autenticidad y ternura. Su mensaje de amor y orgullo paternal ha tocado
corazones en todo el país.
Un adiós
que se convierte en inmortalidad
Rubby Pérez
no solo fue un cantante excepcional; fue un ícono cultural, un embajador del
merengue, y un ejemplo de resiliencia. Su historia inspira y su música vivirá
por siempre en el corazón del pueblo dominicano. Hoy, su voz se silencia en la
tierra, pero se eleva al cielo para convertirse en leyenda.
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