Héctor Darío Núñez Mieses
Mientras mi alma vagaba en una posición como Ministro Consejero y Cónsul General de La Republica Dominicana, en Puerto Príncipe, Haití, tuve la oportunidad de conocer a un señor de nombre Santiago, que salió huyendo de La Republica Dominicana, junto con el sagaz y audaz sicario de la época de Trujillo, Johnny Abes, pues el se vinculaba con la muerte de estas heroínas, que abonaron con su sangre, para que hoy podamos tener libertad. Ellas fueron asesinadas, porque no claudicaron bajo las férreas batutas de "El Jefe", ni cayeron "presas" o cautivas del Clientelismo, y ofrendaron sus vidas por la defensa clara, precisamente cuando iban a la cárcel a ver a un gran hombre, que nunca maltrato a una mujer, precisamente ellas ofrendaron su vida por testimoniar solidaridad.
Trate de obtener informaciones reales sobre lo que paso en esta fecha trágica para el pueblo dominicano, pero, prefirió luchar contra su conciencia y le decía: Tienes la oportunidad de morir en paz, vamos a hacer un testimonio delante de tu "Cónsul Dominicano", para que la historia y la juventud, sepa quiénes fueron los verdaderos verdugos, que tuvieron el valor de cometer estos asesinatos, y tal vez, fueron concebidos en probetas, y los 9 meses o periodo regular de gestación, no tuvieron la honra de estar dentro de un vientre gestor, o tal vez, fueron encubados dentro de "lobas", y así tuvieron su sed de sangre, alentado por el "Jefe" que todo lo que deseaba, le era colocado a sus pies, menos estas tres bellezas y heroínas dominicanas.
Iba todos los días al Hospital para ver si arrancaba alguna confesión, pero se llevo sus informaciones a su tumba. Nadie reclamo su cadáver, solamente en calidad de "Cónsul Dominicano", asistí a enterrarlo, junto con tres empleados del cementerio y al preguntarme de la inscripción del nombre, les dije, no... Que permanezca anónimo, pues ya el pueblo dominicano tiene tres heroínas, que sus nombres, estarán plasmados en nuestros corazones.
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