El Cañero

9 de noviembre de 2010

¿POR QUE ME GUSTA USAR MIS DOS APELLIDOS?

Por Julin Martinez Torres

En el año 1980 cuando comencé a cursar el tercero de la Reforma, equivalente al primer bachillerato del Plan Tradicional de Educación, en el Liceo Secundario Gerardo Jansen de Higüey, mi profesora de historia y al mismo tiempo orientadora, (en la reforma cada curso tenía un profesor que era su tutor) la ilustre profesora Doña Mariana Olea De Castro, me preguntó que cuál era mi nombre y yo le respondí que Francisco Alberto Martinez, (Francisco Alberto es mi nombre real).

Después mi distinguida maestra con la paciencia y dulzura maternal que le caracterizaba me preguntó si había una razón específica por la que yo me llamara así, y le dije lo que había escuchado acerca de mi nombre, una historia que ya había escuchado muchas veces, por que cuando era niño, donde quiera que decía mi verdadero nombre alguien hablaba del Coronel de Abril, le dije que mi padre se llama Francisco, y al ser admirador de Francisco Alberto Caamaño Deñó, al nacer decidieron ponerme así, acto seguido a esa respuesta y luego de decirme que era un nombre muy lindo (evidentemente que debía de ser un poema para una profesora de historia el nombre de un héroe nacional) procedió a cuestionarme si el apellido MARTINEZ era de mi madre y le respondí que no, obviamente si le hubiese respondido que sí, la conversación hubiese quedado ahí, pero al responderle que no, que quién era apellido Martinez era mi papá.

Inmediatamente ella me preguntó a manera de un dulce reproche, pero que estoy seguro que por la forma de su mirada ella quería dejar impreso en las neuronas de mi cerebro para siempre, lo siguiente: ¿Y Usted es hijo solamente de su papá? Le dije que no, que yo tenía mamá, que se llamaba Julia Torres y de nuevo con una mirada irónicamente inquisidora y tierna me dijo: “Entonces le voy a sugerir algo, que sea la última vez que usted oculte el apellido de su madre”.

Así es, que después de ese día jamás volví a escribir mi nombre sin mis dos apellidos, tanto se quedó grabada esa conversación con Doña Mariana, que dicho sea de paso ha sido la persona de quién yo sentí más cariño en esta tierra sin ser familia mía, que todavía treinta años después de aquella conversación que tuvo lugar en un segundo piso de mi amada Reforma, la recuerdo como el primer día y algunas veces me he preguntado al ver que mis hermanos usan un sólo apellido, que probablemente si yo no hubiese vivido esa experiencia quizás también usara sólo mi apellido paterno.

Traigo a colación estas remembranzas porque en estos días leí algo que inevitablemente me trajo a la memoria a mi querida profesora Doña Mariana y es que ahora mismo en España hay un proyecto de ley donde se pretende eliminar la primacía del apellido paterno y de aprobarse, cuando se vaya a declarar un niño en el registro civil debe haber un acuerdo entre los padres para establecer cuál de los dos apellidos va en primer lugar y cuál de segundo y de no lograrse un acuerdo, primaría el orden alfabético y de verdad que me parece equitativo en términos de igualdad de género.

Evidentemente, en España el feminismo está mucho más avanzado que en nuestro país, en la República Dominicana con ese machismo tan arraigado que existe, sería utópico pensar en algo semejante y aquí en USA mucho menos, porque a pesar de que las mujeres tienen tanto o más derecho que los hombres, aquí existe la injusticia de que se usa un sólo apellido y por lo regular todo el mundo usa solamente el apellido de su padre y tratándose del género femenino ese apellido de su padre lo pierden inmediatamente se casan, creo que ninguno de ustedes me puede decir cuál es el segundo apellido o el apellido de la madre de Bill Clinton, George Bush o Barack Obama, ¿injusto verdad?, pues más injusto todavía es que tampoco puedan decirme el del padre ni la madre de Hilary Clinton, Bárbara Bush o Michelle Obama ya que inmediatamente se casaron perdieron el apellido de su padre y su madre.

En virtud de que no es posible soñar con algo así en nuestro país, mi sugerencia a través de estas líneas, es que eduquen a sus hijos para que escriban con orgullo el apellido de ustedes, que si logran lo que la ilustre Doña Mariana logró en mi, quizás por siempre sus vástagos escribirán con orgullo su apellido materno, creo que sería un significativo aporte en una sociedad donde se han estado perdiendo los valores familiares y la transculturización de las costumbres norteamericanas, nos invaden a través de los medios de comunicación y como se predica con el ejemplo, ustedes harán un tributo a sus madres vivas o fallecidas usando su apellido materno, ya que esas madres abnegadas donde quiera que estén se sentirán orgullosas de ver que ustedes cuando escriben sus nombres no soslayan al SER que desafió y arriesgó su propia existencia para traerles a este hermoso mundo.

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