El despegue de la industria turística en República Dominicana ha estado ligado al desarrollo de la actividad aeroportuaria; serviría de poco poseer una amplia gama de atractivos si a la vez no se contara con las instalaciones aéreas adecuadas para facilitar el flujo turístico hacia los diferentes polos del país, pero este tipo de transporte tiene que ser funcional, esto quiere decir que el coste operacional debe ser accesible para el sector.
La problemática de la nación no ha sido la falta de estructuras aeroportuarias modernas y equipadas, sino que poco a poco la aviación se ha ido convirtiendo en un lujo que escasos empresarios pueden mantener. La situación se agrava mucho más con la carga impositiva que lesiona los principales renglones económicos de este destino.
En medio de este panorama sombrío para el renglón aeroportuario, resulta alentadora la medida asumida por el presidente Leonel Fernández, de exonerar por 1 año, el pago de todo tipo de impuestos a los vuelos comerciales procedente de Puerto Rico por el aeropuerto María Montez, en Barahona. Esta instalación construida precisamente para impulsar el turismo en la zona sur, pero que por muchos años se mantuvo con una pobre presencia de pasajeros.
Esta disposición del Gobierno debe ser sólo el principio de un conjunto de estrategias, necesarias para promover la afluencia de turistas al país. Empezar por quitar las ataduras económicas y las trabas a los vuelos es una aptitud que merece el respaldo de toda la sociedad.
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