Voces y ecos
RAFAEL PERALTA
ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
El doctor
Arnaldo Espaillat Cabral, maestro de la medicina, se ha valido de esta columna
para lanzar una advertencia. Considera que al levantar la cuarentena, es
grande el peligro para el contagio del
coronavirus y éste “hará estragos”,
pues el cese del aislamiento no conlleva
el fin del peligro de ser afectado por el virus que produce la covid-19.
La gente saldrá con euforia a las calles, buscarán
salones de belleza, llenarán colmadones y tiendas, formarán grupos y molotes, todo
lo cual será igual facilitará nuevos contagios. El fundador del
Instituto Espaillat Cabral aconseja observar cuidado, vigilar la
familia y no irse a la vía pública como quien va al río con toda la
sed.
Se entiende que la crisis sanitaria repercute
como apuros de la economía. Los pequeños
negocios están acogotados por la falta de ingresos, y, en consecuencia,
muchas familias carecen de los recursos esenciales para el sustento. Para ellos
resulta urgente la reactivación. El peligro –reitero- está en que muchos salgan sin observar reglas.
Nos falta
educación y disciplina para el discernimiento correcto frente a hechos
que interesan a la colectividad, es que priorizamos la banalidad sobre la
racionalidad. El silencio nos provoca
desazón porque no hemos aprendido a
sacar provecho de él. No siempre se puede “bailar en la calle de noche y bailar
en la calle de día”.
El Gobierno
extenderá por unos días el estado de
excepción y la cuarentena. Todavía no estamos aptos para entender que el bien
colectivo debe predominar, incluso, sobre el particular. Desde luego, no somos
japoneses, una sociedad caracterizada por
el predominio del orden
ciudadano, producto de la educación
El fin del
confinamiento es oportuno para que el pueblo dominicano muestre la porción que guarda del buen sentido, o buen juicio, sin cuarentena
obligatoria controlar nuestros sentidos, demostrar mesura, control de nuestros actos y nuestra voluntad
y en cuanto al coronavirus recordar que aún no ha finalizado el peligro.
Tiempo habrá
para el gozo y la algarabía. Por ahora, procede evitar bebederas colectivas, no
colmadones, no los bebederos denominados “drink”. Improcedentes son los
espectáculos masivos, deportivos, musicales o religiosos. Estas
reflexiones van sobre todo para cuando
cese la cuarentena, que se irá con mayo.
Tiempo habrá
para expandir nuestras alegrías. Hemos de ampliar la Navidad, iniciando en noviembre,
contando con que ya el virus nos haya dejado y que la economía familiar se
habrá resarcido de los efectos de la
cuarentena y la merma de los ingresos. Hasta ahora, el coronavirus es un
peligro real, el único peor que el moradovirus.