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23 de agosto de 2012

Universitarios confundidos


Rafael Peralta Romero
     El 18 de enero pasado, el  gobierno  dominicano inauguró  el túnel  que prolonga la avenida José Ortega y Gasset  hasta la zona universitaria. Se invirtieron 50 millones de dólares para una vía de 1.3 kilómetros que se corre en una sola dirección. El acto se realizó en la avenida Santo Tomás de Aquino, límite de la ciudad Universitaria, justo donde  estuvo el monumento a fray Antón de Montesinos.
    Con esa obra, ejecutada alegremente por el entonces presidente Leonel Fernández, quedó  clausurada para siempre la entrada principal al campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y sin que nadie chillara fue eliminado el monumento  erigido en 1976,  por disposición de la propia academia, “en memoria de la vida heroica de fray Antón de Montesinos”.
     El rector magnífico,  profesor Mateo Aquino Febrillet,  no sólo estuvo en la ceremonia, sino que aplaudió y agradeció lo que la propaganda oficial denominara  “el túnel de la UASD”.  Prefirió simular que no se percataba de la mutilación al recinto universitario, sobre todo con el derrumbe del monumento que recordaba  el valiente rol de los  padres dominicos en el período de la colonización.  
     Cuando esto ocurrió, pensé que  el recordatorio al fogoso  defensor de los aborígenes de la isla de Santo Domingo, sería reubicado en el campus de la Universidad que fundara, en 1538, la Orden de los Predicadores. El presidente Fernández inauguró subrepticiamente el edificio de oficinas universitarias, pero allí no está Montesinos. ¿Dónde  lo está?
     El Uasdcalito dispone de suficiente espacio para ello. Tiene plazoleta y jardines que pueden acoger muy bien  la figura del fraile que  en 1511, el cuarto domingo de adviento, echó en cara a las autoridades del virreinato los abusos que cometían contra  los  infelices “indios” encomendados en condiciones esclavistas a los colonizadores.
     El monumento a Montesinos,  y a los frailes dominicos,  fue erigido  bajo el rectorado del doctor Hugo Tolentino, investigador y profesor de historia dominicana. Dados los constreñimientos económicos de la UASD,  el rector se valió de la ayuda de casas comerciales que donaron el costo de la  modesta obra, presupuestada entonces en cuatro mil pesos.
     El doctor Tolentino pidió a la doctora Ana Silvia Reynoso que  pronunciara el discurso oficial en la inauguración.  Mediante una carta,  consideró a  esta profesora –médico veterinaria con dotes de escritora-   la persona más idónea para ello, no  sólo porque  presidiera la Comisión Dominicana para la Defensa de los Derechos Humanos. Hubo otra razón.
      El argumento principal fue: “…la seguridad que tengo de que usted podrá explicar a muchos jóvenes universitarios confundidos  la significación real de Fray Antón de Montesinos dentro del marco de las luchas sociales que se agitaban en el siglo XVI”. Vea usted, los jóvenes confundidos de entonces  son ahora profesionales (ministros, catedráticos, ejecutivos)  pero siguen confundidos. No entienden la función de la retórica de Montesinos en nuestra historia.

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