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5 de julio de 2008

La foto de Jordani

Por: Miguel Rone
Al oír a Duque, leer la narrativa de su nuevo libro, “El árbol que no daba frutos”, me trajo a la memoria la siembra de un arbolito que mi hijo Jordani realizaba en el frente de la casa, todos los días no se iba a la escuela sin haber rociado su matita de mango, como el le llamaba. El árbol con el paso del tiempo fue creciendo y dando ese toque ornamental que nos muestra la naturaleza con sus encantos y bellezas para hermosear nuestros frente; esto cautivaría a todo el que pasara por el camino. Jordani vivía en paz con su mata de mango que cada año paria sus cosechas del dulce y jugoso mango banilejo, hasta cierto día, en pleno desarrollo de su adolescencia, en que todo joven se crece en su arrogancia, encontré un enfrentamiento debajo de l a mata de mangos que el cuando niño aun sembrara. Era un lio familiar fruto de que en su arrogancia quiso tumbar la mata de mango, hacha en mano había tratado tumbar la mata, desobedeciendo los gritos de su madre queriéndole impedir tal acción. Esto trajo un altercado, el cual encontré entre Jordani, su madre, tías y abuelos, cuando este quiso tumbar la mata de mangos banilejos en el frente de su casa. La sangre por el altercado no llego al rio, pero no dejo de agrietar los lazos familiares, ya que se produjeron palabras hirientes de ambos lados. La mata en cuestión llego a sufrir profundas heridas, que por suerte no le toco el centro vital y su sabia no dejo de fructificar en su época de producción. Los familiares ganaron el pleito; pero las heridas cicatrizaron dejando verdugones por la malcriadeza del muchacho. Pasaron los días, llegaron las lluvias y el árbol volvió a florecer más que en las otras cosechas; llegaron los mangos, y el muchacho no podía dejar de contemplar la belleza que daba aquel árbol lleno de ramilletes de apetitoso mangos. Los mangos maduraron y todos comieron de ellos, y les enviaban a la capital a los familiares que gustaban saborear tan apetitosa fruta. Un día cualquiera fui de visita y encuentro a Jordani contemplando el árbol; y me dijo, - Papi, tirale una foto a esta mata de mango. Le hago la foto y luego le digo: “Cosas del destino son, tu ayer quisiste matar este árbol, cuando florecía tu arrogancia, prepotencia de adolescente sin experiencia y tu falta de respeto por las cosas naturales, y hoy en vez de caerse y romperte la crisma, el te embelesa con su floreciente belleza, y dulcifica tu paladar con el jugoso néctar del mango y su fructífera cosecha.

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