Manuel Antonio Vega
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Los pilotos sobre el cual se asentaba el muelle. El lugar es visitado por turistas nacionales y extranjeros. (JUAN SANGIOVANNI) |
SABANA DE LA MAR.-
El muelle La Perla es una antigua estación de tren, que se erigió hacia la
década del 1880, para transportar guineo, cacao, café y otros frutos que se
producían en el litoral costero y comunidades, desde Sabana de la Mar hasta la
provincia María Trinidad Sánchez.
Hoy, 139 años
después, es un lugar frecuentado por turistas y científicos. Es una referencia
para practicar el “orniturismo”, por la diversidad de aves costeras y endémicas
que se anidan en la zona.
De la vía
ferroviaria solo quedan los pilotillos sobre la bahía San Lorenzo, donde se
asientan las aves costeras.
Los Haitises es
calificado como un destino paradisíaco, que cada vez se hace más perceptible,
por lo bien promocionado que está en el campo turístico.
Los turistas viven
enamorados de la tupida vegetación, de las cavernas y ríos y de la fauna
endémica pero para conocerlo hay que visitar el muelle de La Perla, un
monumento de hierro y capiteles, que ha aguardado más de 135 años y es un lugar
de recreo de aves.
Es un lugar para
rememorar la gran producción de banano, cacao, café que se desarrolló en Sabana
de la Mar, El Valle y Samaná.
En este lugar se
respira el aire más puro de la isla, ya que confluyen los vientos alisios.
Los pilotillos son
de hierro macizo. Sirven ahora de descanso de aves y allí acuden turistas y
fotógrafos de la naturaleza.
Es, sin quizás, el
lugar más fotografiado y filmado de toda la ensenada, por su singular
estructura y lo atractivo que es observar aves como pelícanos y alcatraces.
También para hacer siesta sobre el hierro y ver las aves volar, escuchando sus
chillidos o sus trinos.
En honor a la vieja
estructura, se designó “La Cueva del Ferrocarril”, considerada como la que
contiene el mayor número de pictografías en el país. Habría sido descubierta
por Louis Alphonse Pinard, en 1881, pero Herbert Krieger la asienta en un
escrito de 1928 con el nombre de “Cueva del Ferrocarril”.
El muelle de La
Perla se ha convertido en asiento perenne de aves costeras, que ni se inmutan
con la presencia humana.
Su atracción y
belleza resultan más cautivadoras por el fondo que da el bosque de las cadenas
de montañas del parque, la quietud del agua y los espectaculares vuelos de
pelícanos y tijeretas. La historia recoge que esta zona es un cementerio de
barcos.
Se dice que en ese
lugar el pirata Cofresí hundió su propio navío cuando se vio sin escapatoria
por el asedio de los barcos españoles. Su barco se hundió en Punta Gorda
repleto de tesoros, pero hasta el día de hoy no se ha hallado ni al navío ni a
los tesoros.
Otros atractivos
En las
inmediaciones de la vía ferroviaria, hay cavernas que poseen importantes
dibujos y esculturas de los indios taínos que también las usaban como
cementerio.
Para conocer la
antigua vía ferroviaria es necesario entrar por la carretera acuática-ecológica
del río Caño Hondo, un impresionante lugar compuesto por agua y mangles rojos.