El Cañero

5 de septiembre de 2010

¡OBEDIENCIA!

Angélica Islas

La obediencia incondicional a Dios tiene su precio de bendición, pues tenemos la plena certeza que no nos va a dejar a la deriva aunque así lo parezca. Sigamos fielmente las indicaciones que Dios nos dé aunque por el momento sintamos miedo, tristeza o dolor; pero veremos las consecuencias de bendición que se darán a nuestro alrededor. Son bendiciones insospechadas.

La orden que Dios le dio a Josué, estaba más allá de la lógica humana: Conquistar una tierra llena de obstáculos y de muchos peligros, pero Josué creyó, se esforzó y fue valiente. Los resultados no se vieron en el momento, pero con el tiempo se vieron los frutos a su fe, a su obediencia y a su valentía.

Esas mismas palabras son las que nos dice hoy a nosotros Sus hijos amados.

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. Josué 1:5

¿En qué cosas hemos de esforzarnos y ser valientes?

Estas serian algunas:

Permanezca el amor fraternal. (Hebreos 13:1).

Lo que ha de prevalecer en nosotros es al amor hacia los demás. Un amor que no se manifiesta en palabras sino en hechos. Busquemos primero el bienestar de los demás antes que el nuestro.

No os olvidéis de la hospitalidad. (Hebreos 13:2).

En nosotros tiene que haber espontaneidad y diligencia para recibir a todas aquellas personas que llegan a nosotros. Haz sentir bien a aquellas personas que nos buscan. Dios nos las está enviando con un propósito.

Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo. (Hebreos 13:3).

Hemos de practicar la solidaridad y la misericordia con aquellas personas que están presas de sí mismas, que sufren maltrato por parte de la sociedad, de aquellas personas que todos rechazan. Dios nos pondrá ese tipo de persona. Cuando ese momento llegue, recordemos este mandato y practiquémoslo sin temor.

Honroso sea en todos los matrimonios, y el lecho sin mancilla. (Hebreos 13:4).

Si somos persona que estamos casados, seamos fieles a nuestras esposas (os) aunque él o ella no lo sea contigo. No hay justificación alguna para caer en el adulterio o en la fornicación. El Señor lo recalca una y otra vez en su palabra. Mucho cuidado. Entiéndelo bien hoy...

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora. (Hebreos 13:5).

Dios sabe como permitirnos que estemos, sabe el porqué de ciertas limitaciones materiales o económicas por las que atravesamos. Contentémonos con lo que tenemos ahora y aprenden damos a confiar en la provisión oportuna e ilógica del Señor.

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios. (Hebreos 13:7).

Tengamos presente los consejos que recibamos en la predicación de la Palabra de Dios. No será por casualidad que la recibamos. ¿Ahora nos damos cuenta porque es necesario congregarse? Si Dios nos lo dice, es por algo. No hay justificaciones importantes para hacerlo.

No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas. (Hebreos 13:9).

Mantente firme en la doctrina bíblica. Que nuestra fe está fundamentada únicamente en la Biblia y no en ninguna otra fuente doctrinal ajena a sus enseñanzas.

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. (Mateo 26:41).

Mantengamos nuestra atención en la Palabra de Dios todos los días del año. El siempre nos hablara en lo que necesitamos. También es necesario que apartemos cada día para hablar con él para recibir esa fortaleza que necesitamos a cada momento.

Tengamos presente estos consejos basados en la Palabra de Dios y veremos muchas puertas abrirse. Dios nos lo garantiza.

Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutara? Números 23:19.

Aceptemos con humildad las exhortaciones que recibamos de parte de Dios, pues aunque algunas de ellas parecieran muy duras, son necesarias. Si Dios nos lo dice, por algo será aunque busquemos miles de justificaciones o pretextos. Para Dios, los pretextos humanos no aplican. Dios es claro y oportuno para decir las cosas. Hay cosas que nosotros sabemos que el nos ha estado recalcando con claridad. Así que: No olvidemos ni tampoco las justifiquemos.

Bendecidos en el

amor de Jesucristo

Con amor fraternal. .

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