19 de septiembre de 2010

Padecer cáncer en edades avanzadas

El diagnóstico precoz de cáncer en edad avanzada se entorpece por numerosas razones. Las enfermedades concomitantes que se desarrollan a estas edades y sus síntomas variados pueden enmascarar manifestaciones tempranas de enfermedad neoplásica. Otros impedimentos son el aislamiento del individuo en una sociedad donde se queda solo por la pérdida del cónyuge, familiares o su círculo de amigos, alteraciones en el rendimiento intelectual, poca educación sanitaria y una política de salud, en esta franja de edad, que se dirige más al tratamiento.

Numerosos grupos de expertos y varias agrupaciones, como la Asociación Americana del Cáncer, están de acuerdo en que todos los ciudadanos deberían conocer determinados signos y, ante su detección, acudir al médico. Son siete señales de alarma, útiles en todas las franjas de edad, que se desarrollan de forma precoz en distintos tipos de cáncer y que, si se tuvieran en cuenta, permitirían un diagnóstico y tratamiento precoz, así como una mayor tasa de supervivencia. Tener uno de estos síntomas, no obstante, no significa que se padezca la enfermedad, sino que, al menos, hay alguna posibilidad que debe estudiarse.

Los siete signos de alarma del cáncer son:

Modificación de los hábitos intestinales o urinarios.

Úlcera en la piel que no cicatriza.

Hemorragia sin causa evidente.

Presencia de nódulos (masa redonda, abultada y dura).

Indigestión o dificultad para deglutir.

Alteraciones y cambios en una verruga o lunar.

Tos o ronquera persistente.

Las neoplasias malignas más frecuentes en todo el mundo se localizan en piel, próstata, pulmón, colon, mama y endometrio, asociadas, además, a factores ambientales y estilos de vida. Por este motivo, en un alto porcentaje son prevenibles con estrategias de prevención primaria (con la promoción de la salud con campañas informativas, sanidad ambiental e higiene) y secundaria (con el cribado precoz para detectar la enfermedad en estadios iniciales y aplicar tratamiento con el objetivo de disminuir la tasa de mortalidad). Todo ello, insisten los especialistas, debe dirigirse también a la tercera edad, la gran olvidada.

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