Por Óscar López Reyes
Una multiplicidad de ingenieros escribe con
faltas a borbollones, igual que abogados, que en el pasado eran conocidos como
los letrados. Aunque con una pésima y enredada caligrafía, los médicos
garabatean sus recetas con propiedad del habla, porque se aprenden bien los
nombres de los medicamentos. Y salta a la vista, ¡guay!, ¡prendan el botoncillo
rojo!, que después de estudiar más de 50 asignaturas, unas 20 de ellas sobre
ortografía y redacción, postulantes a ser graduados de comunicación social
relatan sus informes finales hasta con 60 impropiedades ortográficas. ¿Por qué?
La ortografía podemos definirla como el
compuesto de signos y símbolos que reglamentan el uso correcto de un idioma,
para mantener una comunicación fluida y útil en una comunidad lingüística.
Integran el español o castellano las letras mayúsculas y minúsculas, la tilde o
acentuación, la puntuación y otros signos auxiliares, la abreviación y la
separación de palabras que, desde 1713, son enriquecidas y perfeccionadas por
la Real Academia Española.
La mayoría de las tachas de ortografías -que
representa fonemas y no sonidos- que aparecen en cartas privadas, panfletos,
declaraciones de prensa, correspondencias oficiales y en prácticas de los
estudiantes, son la supresión, el cambio o la adición de las letras b y v,
c/s/z/x, doble c, g y j, doble c, l y ll, a y h, hay y ahí, k y q, y r y rr.
¡Popa!, ¡pepa! y ¡advertencia! Del porqué
cometen tantos descuidos en la ortografía y la gramática egresados de
comunicación social del nivel universitario, luego de haber cursado las
asignaturas Lengua Española Básica I y II, Morfosintaxis I y II, Redacción y
Estilo, Análisis de la Obra Literaria; Técnicas de la Noticia I y II, La
Entrevista, Crónica, Reportaje I y II, Periodismo Interpretativo y de Opinión,
Comunicación Televisiva I y II, Comunicación Especializada I y II, Prácticas integradas
y Pasantía periodística de cuatro meses.
Las razones de las citadas impropiedades
vamos a clasificarlas en cinco. No están haciendo conjeturas vocecillas
lexicológicas distraídas en los trucos de las criaturas místicas de Pokémon,
sino vertiendo experiencias y consejos maestros, que durante más de 30 años,
hemos estado lidiando -con la paciencia del profeta Job en gimnásticas aulas-,
con estructuras psíquicas que personifican en sistemas socio-económicos harto
complicados.
1.- El escaso interés de alumnos. Ese desdén
sociocultural contrasta con la férrea voluntad para ilustrarse en el idioma y
las técnicas de redacción por periodistas empíricos o autodidactas que, en un
período histórico superado, se destacaron en la profesión y fungieron -con el más
alto estándar de calidad- como correctores de estilo, jefes de redacción,
directores de periódicos y escritores.
2.- La precariedad en la educación básica y
secundaria. Rebosa el déficit de asistencia psicopedagógica a niños y jóvenes
con dificultades emocionales, el número de horas/clases, los recursos
didácticos y tecnológicos, como laboratorios; instalaciones deportivas y
profesores capacitados para preparar con calidad. Un elevadísimo porcentaje de
ellos ha reprobado la prueba internacional Pisa.
3.- Las contrariedades cognitivas de
estudiantes. Un alto porcentaje de alumnos presenta insuficiencia de atención,
memorización, recordación, ansiedad, bloqueo mental y trastornos emocionales,
que dificulta su lectura comprensiva, escritura y la planificación y
organización de sus tareas. Una investigación efectuada en el 2022 por World
Visión República Dominicana diagnosticó que “sólo el 28.57% de los estudiantes
lee y comprende un texto simple”. Esas disfunciones cognitivas alteran el
proceso formativo, desmotivan y bajan el rendimiento académico.
4.- Alejamiento profesoral de la praxis. En
vez de profundizar, mediante la interacción docente-alumno-objeto de estudio,
en la idiomática pedagógica integradora funcional de las reglas ortográficas,
sintácticas, semánticas y morfológicas, los nuevos diseños curriculares
privilegian laberínticas teorías, como la sociolingüística, la
psicolingüística, la metacognoscitiva, las relaciones sintagmáticas y
paradigmáticas, los modelos y constructos del bilingüismo, la enunciación y
subjetividad en el lenguaje, el generativismo, el funcionalismo y el
estructuralismo.
5.- La abundancia del facilismo tecnológico.
Los ordenadores y la telefonía móvil han estado sustituyendo las lecciones
concienzudas y los manuscritos en los “nativos tecnológicos”, o sea, el
constreñimiento de la sintaxis y la retórica discursiva filosófica. El chateo por
internet, las redes sociales, la mensajería instantánea y los videojuegos, han
creado el hábito de no respetar las normas académicas ortográficas y
gramaticales, porque se auxilian del corrector integrado, lo que incentiva la
disortografía o alteración del lenguaje escrito. Graban en su cerebro una
inmensidad de dicciones mal aplicadas.
Recomendaciones para la ortografía
preventiva:
1.- Fomentar sistemáticamente la
lecto-escritura desde la niñez, la infancia y la adolescencia, particularmente
en el hogar y la escuela, con esfuerzos psicológicos para reducir la aversión o
rechazo a la lectura y la escritura.
2.- Prestar atención, en la adultez, y
ejercitar constantemente la retentiva de las reglas básicas de la Real Academia
de la Lengua. Para conservar la memoria icónica, se impone la consulta del
diccionario, la lectura diaria de libros, revistas, periódicos, ensayos,
cuentos, poemas y otros géneros textuales, así como los libretos.
3.- Reducir en su didáctica, los docentes del
lenguaje y la literatura, las aplicaciones y plataformas digitales, y utilizar
el recurso y la metodología de ejercitar a los trazos a mano, y copiar
múltiples veces oraciones y frases, dictadas a viva voz por el maestro.
4.- Estimular el estudio de las reglas
ortográficas en la práctica inductiva, y proporcionar una visión instructiva
más sencilla y activa de la ortografía, en la órbita de paradigmas
interpretativos. Empezar por palabras en las que se repitan determinadas
peculiaridades ortográficas.
5.- Regresar a los ortodoxos y funcionales
libros/manuales plasmados en códigos alfabéticos convencionales, como
Composición y Conozca su idioma (doctor Joaquín Añorga Larralde, publicados en
España en 1966 y 1968); Azorín (José Martínez Ruiz, España), en su buen uso
clásico de la lengua en sus crónicas periodísticas y obras literarias, y el
dominicano Bienvenido Díaz Castillo, en sus libros sobre Lengua Española
(Teoría y práctica), y Curso de redacción.
El muy pronunciado empobrecimiento del
lenguaje también sugiere re-descubrir el método viso-audio-motor-gnóstico, que
consiste en la utilización de los sistemas de percepción visual (observar y
anotar terminologías, imágenes y diagramas), auditivo (escuchar los sonidos de
los vocablos) y kinestésico (experimentar sensaciones con el tacto, el gusto y
el olfato).
En el método viso-audio-motor-gnóstico, el
alumno mira y lee la palabra, la deletrea en voz alta o la oye pronunciar y a
seguidas la copia. Este ordenamiento intuitivo, creado en 1925 por el profesor
argentino José D. Forgione, y el 19 de enero de 1959 fue declarado por la
Academia Española de aplicación preceptiva en la enseñanza de la ortografía en
el séptimo y octavo curso de la educación básica.