Dos ejes de la
socialización, el colmado y los clubes, están inutilizados después que el
Gobierno impuso la cuarentena y un toque de queda, con la intención de mantener
a la población en un aislamiento social para frenar el avance del coronavirus,
que ha cobrado la vida de 422 personas en el país.
Patria Reyes
Rodríguez - patria.reyes@listindiario.com
Santo
Domingo.- Tradicionalmente, el colmado
es el lugar donde el barrio cobra vida, donde se conocen las penas, alegrías y
los problemas que atraviesan las familias del sector, donde se escuchan las
historias más memorables de sus personajes y se conoce la realidad de la
economía doméstica.
Aunque los
colmados estan entre los pocos comercios autorizados a operar durante este
período de emergencia provocada por la propagación del Covid-19, su dinámica ha
variado en función de que muchos prefieren usar los “deliveries”, y solo
asisten aquellos que no tienen comunicación o queines necesitan distraerse un
poco.
“Cero dominó, cero coro para beber; los fiaos
controlados y atentos a los pedidos que nos hacen por whatsapp”, así describe
Francis Mejía, encargado del Colmado Mejía, ubicado en la calle 5 del
Libertador, en Herrera, la rutina del negocio en tiempos de cuarentena.
Afirma que el
toque de queda le ha “tumbado” mucha venta, porque después de las 5:00 de la
tarde era cuando más movimiento registraba el negocio.
“Los muchachos que venían a beberse sud
tragos, a mirar las muchachitas, los que venían a jugar dominó; pero ya eso se
acabó, porque no puede haber mucha gente junta en el negocio, aunque algunos
ociosos siempre vienen, aunque sea un rato”, explica Francis.
Ventas se reducen
A pesar de que
el colmado es el negocio de venta de comestibles más cercano a los hogares,
muchos colmaderos refieren que sus ventas han bajado casi un 50% y que el
abastecimiento de algunos productos se ha dificultado durante las últimas
semanas, como el flan de leche, leche con queso, galletas, harina de trigo y
otros. “Tenemos clientes que desde cuándo empezó la cuarentena no han vuelto
al colmado; otros siguen viniendo porque no tenemos delivery”, manifiesta
Jesús Pablú, encargado del colmado Cristian, en la inserción de las calles
Tunti Cáceres y Moca, en Villa Juana.
Pablú dice que
ya no se ven a niñas y niños comprando en el negocio. En eso coincide Rolando
de León, dependiente del Colmado Scarlet, ubicado en la confluencia de las
calles Moca y Profesora Amiama Gómez, en el mismo sector. Detalla que se
cumplen las medidas de protección, sobre todo en el uso de mascarillas y el
distanciamiento físico.
Apunta que
antes el colmado permanecía lleno de gente y que ahora eso se ha reducido a
casi un 25%, que se sostienen gracias a que es un negocio familiar y al apoyo
de algunos clientes que son fieles a ellos.
No hay “fiao”
Ha sido
costumbre en los colmados la venta de mercancías a crédito, una acción
solidaria que no estilan los grandes comercios y que en esta situación de
crisis los dueños de colmado han reducido al máximo. Francis Mejía indica que
casi ningún colmado está fiando porque la situación de incertidumbre en los
empleos no lo permite. “Casi no estamos fiando porque en esta situación la
gente se va a agarrar de que no está trabajando, para no pagar, y si fiamos al
que no está trabajando o al que no puede cobrar vamos a quebrar”, detalla.
Seguridad
Como reza un
dicho popular “no hay nada tan malo que no tenga algo, ni tan bueno que no
tenga algo malo”, así sucede con los colmados y las medidas de restricción,
ya que la instauración del toque de queda a partir de las cinco de la tarde
ha contribuido a reducir los actos delictivos.
Los colmaderos
consultados indican que no han tenido ningún problema de atracos y que se
sienten más seguros porque el tiempo más peligroso es el de la noche.
Afirman que si
se mantienen pendientes de la delincuencia, pero sobre todo de los ladroncitos
del barrio que se mantienen merodeando.