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29 de agosto de 2025

Giulio Bertelli, hijo de Miuccia Prada y Patrizio Bertelli, presenta su primera película en Venecia

“La nostalgia no forma parte de mí. Hay una superposición errónea entre poesía y nostalgia” Soñaba con hacer una película desde el instituto y ahora presenta Agon en el Festival de Venecia. Una historia sobre el deporte que trata, en realidad, sobre la vida.

Por Antonella Bussi    Vanity Fair

Traducido y adaptado por Darío Gael Blanco

"Si hablamos de cine, no de por qué lo he hecho, ni de los motivos de la historia, ni de mi familia, al fin y al cabo, me interesa el lenguaje cinematográfico y hacer que algo avance ligeramente. Creo que en esta película he depositado mi identidad, una idea de atención y un razonamiento profundo que espero que el público entienda". Así resume Giulio Bertelli, tras dos horas de conversación, pensamientos relámpago y reflexiones, su primera experiencia como director. Agon se presenta en Venecia el 29 de agosto, durante la Semana internacional de la crítica, y es mucha la curiosidad que despierta esta película independiente. Una curiosidad que también está ligada al hecho de que Giulio Bertelli, de 35 años, es el segundo hijo de Miuccia Prada y Patrizio Bertelli, el que se mantiene al margen del imperio familiar y que siempre ha intentado reafirmarse haciendo cosas que difieren del resto de su familia. El cine era su sueño de infancia y el resultado expresa cada experiencia de su formación. Agon, la cual hemos visto en primicia, es la historia de tres mujeres atletas (de judo, esgrima y tiro, respectivamente) preparándose para participar en los Juegos de Ludoj 2024. Unas Olimpiadas ficticias para una película cuyo género resulta difícil de clasificar —Bertelli la define como “tecno realismo”— en la que el relato deportivo posee una arquitectura visual y estética original, realidad y ficción se confunden ("¿es un documental?", se pregunta uno al principio), y temas sociales y universales como la competición y el rendimiento brindan reflexiones profundas. Es una cinta conceptual y alegórica, y, tal y como describe Bertelli, "por momentos onírica y absurda". "Quizá no llegue a todo el mundo, como a mí me habría gustado, pero tengo la sensación de que serán los jóvenes quienes más la entenderán", puntualiza. Por otra parte, se nota que él mismo posee una mirada juvenil: "Quizá sea porque no tengo una trayectoria viciada, no he trabajado en el cine y mi punto de vista sigue siendo el mismo que cuando tenía veinte años".

¿Cómo llegó a hacer esta película?

Tenía la idea de hacer cine en la cabeza desde el instituto. Hubo un momento en que percibí que había un autor detrás de una película, y eso me interesaba más que la presencia de grandes actores, porque para mí el cine era la manifestación gráfica o visual de un pensamiento, la interpretación de lo que ocurre a tu alrededor. Luego me fui a estudiar a Inglaterra, a la Architectural Association, que es una universidad más teórica, y empecé a centrarme en la relación entre cine, diseño y arquitectura, pero nunca pensé que sería arquitecto. En aquella época tenía ganas de escribir sobre muchos temas, pero luego la vida dio un giro inesperado. También tenía otras pasiones y quería alejarme de un contexto urbano y quizás también intelectual.

Y eligió el mar.

Los barcos de vela. Me interesaba trabajar con las manos, el desarrollo tecnológico en un mundo que conocía por razones familiares. Empezó como un juego a los veinte años y se convirtió en una carrera profesional al más alto nivel durante 10 o 12 años. He trabajado con el equipo Luna Rossa, también con equipos internacionales de Australia, Holanda, Francia, y en Italia incluso con Giovanni Soldini. Luego abrí mi propio estudio de investigación y diseño aplicado a diferentes ámbitos. Y no empecé a trabajar en esta película hasta 2018. 

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